domingo, 31 de diciembre de 2017

Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros

¡Amor y paz!

Al comenzar hoy el año 2018, ponemos en manos de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo y de la santísima Virgen María todo lo que somos y tenemos, nuestro presente y futuro, trabajos, necesidades y proyectos para que sean santificados y bendecidos.

Los invito, hermanos, a leer e interiorizar la Palabra de Dios y el comentario, en este lunes en que celebramos la solemnidad de la Santísima Virgen María Madre de Dios.

Dios nos bendice…

Primera lectura
Lectura del libro de los Números (6,22-27):

EL Señor habló a Moisés:
«Di a Aarón y a sus hijos, esta es la fórmula con la que bendeciréis a los hijos de Israel:
“El Señor te bendiga y te proteja,
ilumine su rostro sobre ti
y te conceda su favor.
El Señor te muestre tu rostro
y te conceda la paz”.
Así invocarán mi nombre sobre los hijos de Israel y yo los bendeciré».

Palabra de Dios
Salmo
Sal 66

R/. Que Dios tenga piedad y nos bendiga.

V/. Que Dios tenga piedad nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación. R/.

V/. Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia
y gobiernas las naciones de la tierra. R/.

V/. Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que Dios nos bendiga; que le teman
todos los confines de la tierra. R/.
Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas (4,4-7):

Hermanos:
Cuando llegó la plenitud del tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que estaban bajo la Ley, para que recibiéramos la adopción filial.
Como sois hijos, Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: «¡“Abba”, Padre!». Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.

Palabra de Dios
Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (2,16-21):

EN aquel tiempo, los pastores fueron corriendo hacia Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño.
Todos los que lo oían se admiraban de lo que les habían dicho los pastores. María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.
Y se volvieron los pastores dando gloria y alabanza a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho.
Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.

Palabra del Señor

Comentario
La Iglesia fija su mirada gozosa en Santa María, Madre de Dios, y la saluda así: "¡Salve, Madre Santa!, Virgen Madre del Rey, que gobierna el cielo y la tierra por los siglos de los siglos". Bella y tierna expresión que nos lleva a adorar al Niño, Rey eterno del universo, en brazos de la Madre.

La fiesta es proclamación de María Madre del Hijo de Dios y Madre de la Iglesia. Trascendental afirmación de fe sobre la realidad del Verbo hecho carne. Actitud espiritual de los creyentes que, de la mano de la Virgen, son conducidos al Salvador. La octava de Navidad considera, pues, el misterio de la maternidad de María, el de la circuncisión de Jesús y el inicio del año.

-María y Jesús

Hoy tenemos una buena oportunidad para interiorizar el misterio del nacimiento del Señor, al lado de María, su Madre. Esta mujer, la más grande de todas las que ha habido y habrá, da un vigor impresionante a la fe. Su aceptación del designio de Dios, pronta y lúcida, da la talla de la personalidad humana y espiritual de María. Sí, claro, Dios la colmó con sus dones. Pero ella continuó siendo libre y cooperó generosamente. Era una mujer, tan moldeada espiritualmente, que adivinaba el querer de Dios con naturalidad. Mujer coherente y sabedora de que sólo Dios plenifica. Y, por ello, fue la "llena de gracia".

Penetramos el misterio de la Navidad, junto a María y con María. Sentimos una profunda ternura por ella: acaba de ser Madre de Dios y también es nuestra Madre. La saludamos y, como pecadores, le pedimos confiadamente su auxilio. "Ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte".

Santa María, Madre de Dios. Porque realmente el Verbo se ha hecho carne. ¡Gran misterio! El que habita en lo alto, el que es Dios, ha querido penetrar en la historia humana para compartir todo lo que es el grosor de nuestra vida. Dios se humaniza, se hace hombre. Así sabrá de nuestros gozos y de nuestras lágrimas. Pasará por todo, hasta llegar al punto cero de la muerte. ¡Inefable acomodación de Dios! ¡Lógica del Dios misericordioso que se adapta totalmente a nuestra condición y que hace humana su revelación y la consiguiente fe! Todo ha debido empezar, pues, en el seno de una joven que devino Madre. Aquí el misterio emociona y estremece entrañable. El Hijo de Dios nacerá de una Virgen. ¡Qué belleza espiritual la de esta mujer! Lo recordarán los padres de la Iglesia: María, era tan fiel y tan santa, vivía tan atenta a la Palabra, que antes que concibiera a Cristo en su seno, ya lo había concebido en su corazón. La maternidad de María ilumina el camino de la vida cristiana. Y nos descubre el gozo del sí a Dios sin condiciones. Abre las ganas de entregarnos confiadamente al Señor para contribuir a la salvación de la historia.

En el abajamiento del Verbo, hay el sometimiento al rito de la circuncisión. Muestra el arraigo al pueblo concreto al que quiso pertenecer y el valor dado a la observancia de las prescripciones mosaicas. La sangre, derramada en este ritual, es la misma que redimirá la humanidad y que hará inútil la circuncisión. El acontecimiento sagrado incluía la imposición del nombre. El Niño es llamado Jesús. Sabemos que significa Salvador. Vale la pena meditar este nombre que aclara y concreta el nombre de Dios en la visión de la zarza incombustible del Éxodo. ¡Dulce nombre el de Jesús!

-Comienzo del año

El tiempo es una realidad que se abre paso inexorablemente. Nos recuerda la veloz caducidad de la vida. Pero, el cristiano no está montado en un indómito corcel que arrastra fatalmente al jinete hacia el desastre. Para él, el tiempo, es Kairós, oportunidad, don de Dios. Este es el misterio del tiempo en su profundidad. Y, por ende, el creyente celebra, en el tiempo, la redención del Señor. Sí, el año cristiano es año de gracia o año del Señor.

Consuela la bendición que se lee en la primera lectura de la Misa: "El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor; el Señor se fije en ti y te conceda la paz". Decimos Amén, porque tenemos la seguridad de que es así. Ponemos el año iniciado en manos del mismo Señor que nos lo regala. Lo dejamos en buenas manos. Y, confiados, estamos dispuestos a santificarnos, a vivir nuestra filiación divina, a madurar las virtudes teologales.

Un año nuevo es otro don de Dios. Una oportunidad que no debe ser desechada. Nos felicitamos deseándonos lo mejor. No es anticristiano querer la prosperidad material. Pero, como todo tiempo, tendrá su cara y cruz, su gozo y su dolor. Lo que importará, en definitiva, será que vivamos el tiempo que Dios nos presta con el deseo de realizar su querer. Aunque cueste. Es actual y útil la súplica del salmista: "Enséñanos a calcular nuestros años, para que adquiramos un corazón sensato" (SAL/089/12).

-Una plegaria

Rezar a María para interiorizar el gozo de la Navidad y tener la disponibilidad que ella tuvo para con Dios a favor nuestro. Pedir a Dios el saber sentir la alegría en esta fiesta que nos conecta con los inicios de la salvación. Suplicar que lo que Dios ha comenzado en nosotros obtenga plenitud en la vida definitiva junto a Él.

Ofrecer a Dios el nuevo año y orar por el bien, la paz y la fe por todos los hombres del mundo, puesto que por todos murió el Señor.

J. GUITERAS
ORACIÓN DE LAS HORAS
1991, 12.Pág. 419 ss.



Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos

¡Amor y paz!

Al llegar este último día del año 2017, quiero agradecer a los lectores y seguidores del blog del Movimiento Fratres y desearles un año 2018 lleno de bendiciones, amor y paz. Les ruego oren por esta iniciativa evangelizadora y por quien esto escribe.

Los invito, hermanos, a leer y meditar la Palabra de Dios y el comentario, en este Domingo, último día del año calendario, en que la Iglesia celebra la Fiesta de La Sagrada Familia: Jesús, María y José - Ciclo B.

Dios nos bendice...

Primera lectura

Lectura del libro del Eclesiástico (3,2-6.12-14):

Dios hace al padre más respetable que a los hijos y afirma la autoridad de la madre sobre su prole. El que honra a su padre expía sus pecados, el que respeta a su madre acumula tesoros; el que honra a su padre se alegrará de sus hijos y, cuando rece, será escuchado; el que respeta a su padre tendrá larga vida, al que honra a su madre el Señor lo escucha. Hijo mío, sé constante en honrar a tu padre, no lo abandones mientras vivas; aunque chochee, ten indulgencia, no lo abochornes mientras vivas. La limosna del padre no se olvidará, será tenida en cuenta para pagar tus pecados.

Palabra de Dios

Salmo
Sal 127

R/.
 Dichosos los que temen al Señor
y siguen sus caminos


Dichoso el que teme al Señor,
y sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien. R/.

Tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa; tus hijos,
como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa. R/.

Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida. R/.

Segunda lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses (3,12-21):

Como pueblo elegido de Dios, pueblo sacro y amado, sea vuestro uniforme la misericordia entrañable, la bondad, la humildad, la dulzura, la comprensión. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo. Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada. Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; a ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo. Y celebrad la Acción de Gracias: la palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; exhortaos mutuamente. Cantad a Dios, dadle gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados. Y, todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él. Mujeres, vivid bajo la autoridad de vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas. Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, que eso le gusta al Señor. Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no sea que pierdan los ánimos.

Palabra de Dios

Evangelio

Lectura del Santo Evangelio según san Lucas (2,22-40):

Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor. (De acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: "Todo primogénito varón será consagrado al Señor"), y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: "un par de tórtolas o dos pichones". Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre honrado y piadoso, que aguardaba el Consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo.
Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.»
Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño.
Simeón los bendijo, diciendo a María, su madre: «Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma.»
Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén. Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.

Palabra del Señor

Comentario

Celebramos hoy la fiesta de la Sagrada Familia. Los textos de la liturgia hacen referencia a temas familiares. En la primera lectura, tomada del libro del Eclesiástico, escuchamos los consejos que un hombre, Ben Sirac, que vivió varios siglos antes de Jesucristo, da a sus hijos. El respeto y la veneración de éstos hacia sus padres es cosa agradable a los ojos de Dios, que éste no dejará sin recompensa. Los hijos que veneren a sus padres serán venerados a su vez por sus propios hijos. Todos estos consejos, aun conservando hoy plena validez, parecen insuficientes, puesto que están dados desde una mentalidad estrictamente rural, en donde otros aspectos de la vida familiar no son tenidos en cuenta.

No sólo importa hablar hoy del respeto que los hijos deber a los padres, sino de la actitud de éstos con relación a los hijos. Esta insuficiencia resulta particularmente notable en momentos como los actuales, cuando la familia tiene planteados problemas de pérdida de sus funciones.

Desde una perspectiva cristiana, la familia continúa teniendo una función insustituible: ser una comunidad de amor en donde los que la integran puedan abrirse a los demás con una total sinceridad y confianza. Dejando aparte los consejos que en último lugar da San Pablo, y que son puramente circunstanciales y muy ligados a las costumbres y mentalidad de su época y de la cultura greco-romana, la exhortación a virtudes como la mansedumbre, a la paciencia, al perdón y, sobre todo, al amor, es siempre bienvenida.

El evangelio de Lucas que hoy meditamos nos cuenta, dentro del género de los «relatos de la infancia», el rito de la presentación del niño en el Templo, celebrado también por los padres de Jesús.

El fragmento de hoy concluye con unas palabras muy importantes, que, junto con otros pasajes paralelos de Mateo, proclaman el “progreso” en el “crecimiento” de Jesús «en edad, sabiduría y gracia, ante los hombres y ante Dios». 

Tiempos hubo en que la «cristología vertical descendente», la que fue la cristología clásica, se veía en la necesidad de corregir estas palabras diciendo que, obviamente, Jesús no podía «crecer, progresar en sabiduría ni en gracia», porque ya era perfecto desde siempre... La cristología renovada, «ascendente» ahora, por el contrario, se fijó en estos versículos y los subrayó: sería el evangelio mismo el que nos estaría afirmando que Jesús «fue haciéndose», no sólo creciendo en edad, sino «en sabiduría» e incluso «en gracia».

Este evangelio, y sus paralelos, es, por ello muy importante, por cuanto nos insta a desvincularnos de los planteamientos griegos estáticos, metafísicos. La «encarnación» no se habría dado en un momento, como un chispazo de conexión instantánea entre dos «naturalezas», la divina y la humana, sino que, en todo caso, habría que pensarla como un proceso histórico. 

Pablo da algunos consejos para la convivencia con los demás. Se requiere humildad, acogida mutua, paciencia. Y si fuese necesario, perdón. Así procede Dios con nosotros, dice Pablo. Su actitud debe ser el modelo de la nuestra (v. 12-13). Pero, “por encima de todo”, está el amor, de Él tenemos que revestirnos, dice Pablo empleando una metáfora frecuente en sus cartas (v. 14). De este modo “la paz de Cristo” presidirá en nuestros corazones (v. 15).

Si el amor es el vínculo que une a las personas, la paz se irá construyendo en un proceso, los desencuentros irán desapareciendo (los enfrentamientos también) y las relaciones se harán cada vez más trasparentes. En el marco de la familia humana, esos lazos son detallados en el texto del Eclesiástico (3,3-17). 

Lucas nos presenta a la familia de Jesús cumpliendo sus deberes religiosos (vv. 41-42). El niño desconcierta a sus padres quedándose por su cuenta en la ciudad de Jerusalén. A los tres días, un lapso de tiempo cargado de significación simbólica, lo encuentran. Sigue un diálogo difícil, suena a desencuentro; comienza con un reproche: “¿Por qué nos has hecho esto?”. La pregunta surge de la angustia experimentada (v. 48). La respuesta sorprende: “¿Por qué me buscaban?” (v. 49), sorprende porque la razón parece obvia. Pero el segundo interrogante apunta lejos: “¿No sabían que yo debía estar en las cosas de mi Padre?”. María y José no comprendieron estas palabras de inmediato, estaban aprendiendo (v. 50), como nosotros. 

La fe, la confianza, suponen siempre un itinerario. En cuanto creyentes, María y José maduran su fe en medio de perplejidades, angustias y gozos. Las cosas se harán paulatinamente más claras. Lucas hace notar que María “conservaba todas las cosas en su corazón” (v. 51). La meditación de María le permite profundizar en el sentido de la misión de Jesús. Su particular cercanía a él no la exime del proceso, por momentos difícil, que lleva a la comprensión de los designios de Dios. Ella es como primera discípula, la primera evangelizada por Jesús.

No es fácil entender los planes de Dios. Ni siquiera María “entiende”. Pero hay tres exigencias fundamentales para entrar en comunión con Dios: 1) Buscarlo (José y María “se pusieron a buscarlo”); 2) Creer en Él (María es “la que ha creído”); y 3) Meditar la Palabra de Dios (“María conservaba esto en su corazón”).

Servicio Bíblico Latinoamericano Koinonía

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sábado, 30 de diciembre de 2017

"El que hace la voluntad de Dios permanece para siempre"

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar la Palabra de Dios y el comentario, en este sábado 30 de diciembre. Feria de Navidad.

Dios nos bendice...

Primera lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (2,12-17):

Os escribo, hijos míos, que se os han perdonado vuestros pecados por su nombre. Os escribo, padres, que ya conocéis al que existía desde el principio. Os escribo, jóvenes, que ya habéis vencido al Maligno. Os repito, hijos, que ya conocéis al Padre. Os repito, padres, que ya conocéis al que existía desde el principio. Os repito, jóvenes, que sois fuertes y que la palabra de Dios permanece en vosotros, y que ya habéis vencido al Maligno. No améis al mundo ni lo que hay en el mundo. Si alguno ama al mundo, no está en él el amor del Padre. Porque lo que hay en el mundo –las pasiones de la carne, y la codicia de los ojos, y la arrogancia del dinero–, eso no procede del Padre, sino que procede del mundo. Y el mundo pasa, con sus pasiones. Pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 95,7-8a.8b-9.10

R/.
 Alégrese el cielo, goce la tierra

Familias de los pueblos, aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el poder del Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor. R/.

Entrad en sus atrios trayéndole ofrendas,
postraos ante el Señor en el atrio sagrado,
tiemble en su presencia la tierra toda. R/.

Decid a los pueblos: «El Señor es rey,
él afianzó el orbe, y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente.» R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Lucas (2,36-40):

En aquel tiempo, había una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén. Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.

Palabra del Señor

Comentario

-Os digo, hijos míos: «Vuestros pecados están perdonados por obra del nombre de Jesús».
Incansablemente, debemos repetirnos esas palabras a fin de que del fondo de nuestras vidas surja:

- Nuestro agradecimiento absoluto a Dios.
- Y el deseo sincero de nunca más pecar...

- Os lo digo a vosotros, padres, porque: «conocéis al que es desde el principio».

San Juan se dirige, particularmente aquí, a las personas de edad avanzada y les recomienda que se apoyen en el «conocimiento» de Dios, y en su «estabilidad»: «el que existe desde siempre». ¡La vejez invita a concentrarse en lo «esencial»! En esa edad, muchas cosas «desaparecen». Así el árbol se despoja de sus galas después de haber dado sus frutos. Pero también es señal de que la primavera está cerca. «Os lo digo a vosotros, padres: «conocéis al que es, desde el principio».

-Os lo digo a vosotros jóvenes: «Habéis vencido al Maligno. Sois fuertes, porque la Palabra de Dios permanece en vosotros.»

Al dirigirse a los jóvenes, san Juan les recomienda ser «fuertes» para el combate que han de afrontar con el «Maligno» ... apoyados en la «palabra de Dios».

-El compromiso...
-La oración de contemplación... -todo un programa de vida para jóvenes-.
-No améis al mundo ni lo que hay en el mundo.

El término «mundo», en la pluma de san Juan tiene, casi siempre un sentido peyorativo.
Se trata de esa «humanidad que sólo cuenta en sí misma y rehúsa confiar a Dios su porvenir».

Se trata del mundo encerrado en sí mismo... del mundo que «pretende bastarse a sí mismo» ... del mundo «a puerta cerrada».

Un mundo tal no puede ir a la paz con Dios.

-Si alguien ama al mundo, el amor del Padre no está en él.

Esas son unas frases severas. Hay que escucharlas tal cual son. Ya decía Jesús: «¡No se puede servir a dos amos!».

Sin embargo, ese mundo pecador con el que ningún compromiso es posible, ¡Dios lo ha amado! para salvarle. El mismo san Juan puso en labios de Jesús esta otra frase: «Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna». (Juan, 3-16.)

Danos, Señor, saber condenar el pecado y amar a los pecadores...

Ayúdanos, Señor a «no ser del mundo» y a «amar al mundo» como Tú lo amas...

-Todo lo que hay en el mundo es:
-Deseos egoístas de la naturaleza humana...
-Concupiscencia de los ojos.
-Orgullo de las riquezas...

¡Todo ello no procede del Padre!

Efectivamente, lo que está condenado en el mundo es su «suficiencia», su «egoísmo», su «orgullo». El hecho de prescindir de Dios. ¡Bastarse a sí mismo!

Detrás de esas palabras de Juan se perfila el paganismo de la época: la sensualidad aberrante del imperio romano decadente, los espectáculos indecentes y violentos del circo, la opresión de los ricos sobre los pobres. Evidentemente, si decimos que amamos a Dios, no tenemos derecho de amar a este mundo.

-Ahora bien, el mundo con sus deseos desaparecerá; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.

¡Todo lo solamente humano... pasa! es frágil, transitorio, efímero.
Todo lo que tiene fin es corto. Sólo Dios permanece.
Uniendo mi vida a la tuya, Señor, ligo mi destino a tu vida eterna.

Noél Quesson
Palabra de Dios para cada día 3
Primeras lecturas para Adviento - Navidad
Cuaresma y Tiempo Pascual
Edit. Claret/Barcelona 1983.Pág. 68 s.

jueves, 28 de diciembre de 2017

Quien dice que conoce a Jesús, y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar la Palabra de Dios y el comentario, en este viernes 29 de diciembre. Feria de Navidad.

Dios nos bendice...

Primera lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (2,3-11):

En esto sabemos que conocemos a Jesús: en que guardamos sus mandamientos. Quien dice: «Yo le conozco», y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él. Pero quien guarda su palabra, ciertamente el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud. En esto conocemos que estamos en él. Quien dice que permanece en él debe vivir como vivió él. Queridos, no os escribo un mandamiento nuevo, sino el mandamiento antiguo que tenéis desde el principio. Este mandamiento antiguo es la palabra que habéis escuchado. Y, sin embargo, os escribo un mandamiento nuevo –lo cual es verdadero en él y en vosotros–, pues las tinieblas pasan, y la luz verdadera brilla ya. Quien dice que está en la luz y aborrece a su hermano está aún en las tinieblas. Quien ama a su hermano permanece en la luz y no tropieza. Pero quien aborrece a su hermano está en las tinieblas, camina en las tinieblas, no sabe a dónde va, porque las tinieblas han cegado sus ojos.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 95,1-2a.2b-3.5b-6

R/.
 Alégrese el cielo, goce la tierra

Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre. R/.

Proclamad día tras día su victoria.
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones. R/.

El Señor ha hecho el cielo;
honor y majestad lo preceden,
fuerza y esplendor están en su templo. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (2,22-35):

Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo primogénito varón será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones.» Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo. Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.» Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño.
Simeón los bendijo, diciendo a María su madre: «Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma.»

Palabra del Señor

Comentario

1. Ofertas de Luz
1.1 Las lecturas de hoy van unidas en el tema de la luz. El que está en Cristo tiene luz porque Cristo mismo es la luz. ¿Qué significa esto para nosotros?

1.2 Es interesante al respecto recordar que los cristianos llamaban "iluminación" a la recepción del bautismo: era entendido este sacramento como entrar en la luz.

1.3 Mas luego llegaron otras ofertas de luz. En el siglo XVIII se llamó "oscura" a la época en que la fe tenía preponderancia social y presencia académica. El tiempo entre el humanismo griego y el humanismo renacentista fue considerado una época "sombría," de modo que ser bautizado y público creyente fue considerado "oscurantismo." Los pensadores que estas cosas decían llamaron a su propio tiempo "iluminación," o, como es conocido más comúnmente, "ilustración."

1.4 La luz vuelve a ser tema en la Nueva Era. En multitud de metáforas y sugestivas imágenes la Nueva Era nos quiere invitar a acoger la luz, pero esta vez se trata de una luz que ya no predica la sola (y "fría") racionalidad sino que anuncia una especie de experiencia espiritual, de fusión con el cosmos o de conexión con potencias celestiales o mensajeros de sabiduría.

1.5 En el ambiente esotérico es común hablar de los "grandes maestros" (entre los que estaría el mismo Cristo) y presentarlos como ejemplos de verdaderos "iluminados." Según estos "nuevaeristas," la iluminación viene a través de la meditación, la superación o anulación del ego, y otras cosas que en realidad pretenden superar los males del racionalismos egocéntrico de la Modernidad, es decir, de la anterior Iluminación o Ilustración.

2. La Nueva Era Es Todo, Menos Nueva

2.1 La Primera Carta de Juan ya tuvo que tratar el tema de la gente que se creía muy iluminada pero que llevaba una vida oscura. Lo básico es que la vida tiene que resplandecer, y que una luz que se queda en el nivel del conocimiento no es luz verdadera.

2.2 El racionalismo de la Ilustración o las experiencias mentales de la Nueva Era suceden en el nivel del intelecto, esto es, de la mente entendida como superior o independiente de la realidad temporal y corporal que tenemos. La razón endiosada o el cerebro recargado de sensaciones densas se suponen superiores a la vida que transcurre más allá de la reflexión o el conocimiento. El texto de hoy va exactamente en contra de ese modo de ver las cosas.

2.3 Frente a los que se enorgullecían de su conocimiento (que en griego se dice "gnosis") Juan pronuncia una palabra clara: ¿cómo está tu vida? Y la vida se refleja en criterios visibles: los mandamientos, no sólo en el sentido de los Diez Mandamientos, que no quedan excluidos, sino en el sentido amplio de conformidad con el querer divino. Y en cuanto ese querer significa vida y salvación para mi hermano, tener luz es estar en camino de anunciar y comunicar vida, amor, salvación a mi hermano.

http://fraynelson.com/homilias.html.

La sangre de Jesús nos limpia los pecados


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¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer e interiorizar la Palabra de Dios y el comentario, en este jueves en que celebramos la fiesta de Los Santos Inocentes, mártires.

Dios nos bendice...

Primera lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (1,5–2,2):

Os anunciamos el mensaje que hemos oído a Jesucristo: Dios es luz sin tiniebla alguna. Si decimos que estamos unidos a él, mientras vivimos en las tinieblas, mentimos con palabras y obras. Pero, si vivimos en la luz, lo mismo que él está en la luz, entonces estamos unidos unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia los pecados. Si decimos que no hemos pecado, nos engañamos y no somos sinceros. Pero, si confesamos nuestros pecados, él, que es fiel y justo, nos perdonará los pecados y nos limpiará de toda injusticia. Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos mentiroso y no poseemos su palabra. Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.

Palabra de Dios

Salmo
Sal 123,2-3.4-5.7b-8

R/.
 Hemos salvado la vida,
como un pájaro de la trampa del cazador


Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros. R/.

Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas espumantes. R/.

La trampa se rompió, y escapamos.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra. R/.


Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo (2,13-18):

Cuando se marcharon los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, coge al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo.»
José se levantó, cogió al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que dijo el Señor por el profeta: «Llamé a mi hijo, para que saliera de Egipto.» Al verse burlado por los magos, Herodes montó en cólera y mandó matar a todos los niños de dos años para abajo, en Belén y sus alrededores, calculando el tiempo por lo que había averiguado de los magos. Entonces se cumplió el oráculo del profeta Jeremías: «Un grito se oye en Ramá, llanto y lamentos grandes; es Raquel que llora por sus hijos, y rehúsa el consuelo, porque ya no viven.»

Palabra del Señor

Comentario

1. Nota sobre las lecturas de la Octava de Navidad
1.1 Los días de la semana posterior a la Navidad conforman una "octava" es decir, un conjunto de ocho días que prolongan la meditación y la celebración de la fiesta mayor que les precede. En la actualidad la Iglesia conserva sólo dos octavas: la de Pascua y la de Navidad.

1.2 En la octava de Navidad no es tan fácil descubrir el hilo conductor en torno al misterio de Cristo, tal vez por la variedad de fiestas que la tradición de veinte siglos nos ha entregado para estos días: San Esteban, San Juan Evangelista, y ahora los Santos Inocentes.

1.3 Sin embargo, sí hay una continuidad detectable en la primera lectura de la misa de estos días, que va siguiendo, a partir de la fiesta de San Juan Evangelista, los textos de la Primera Carta de este apóstol, a modo de meditación sobre el misterio de la Encarnación. Esta es, en efecto, la carta que habla de "lo que hemos visto y oído acerca de la Palabra de Vida, pues la vida se ha manifestado" (1 Jn 1,1-2).

2. Dios es Luz
2.1 Juan a menudo utiliza términos que en su contraposición nos enseñan, precisamente porque hacen más claro el mensaje: amar-odiar, dar vida-dar muerte, luz-tinieblas.

2.2 Parece trivial decir que Dios es luz, en cuanto que estamos acostumbrados a pensar a Dios desde la lógica del ser perfectísimo, y en ese esquema es "obvio" que Dios, por decirlo de algún modo, "debe" ser luz.

2.3 Juan no razona desde una especulación previa sobre Dios. No piensa primero a Dios para luego deducir cómo debe ser. La experiencia de un Dios que es luz es ante todo la experiencia de un Dios que revela, que trae claridad, que desenmascara la mentira, que deja ver su designio y devuelve su sentido a cada palabra y a cada actitud.

3. El poder endiosado es un poder homicida
3.1 El evangelio, por su parte, alude a la fiesta de hoy. Su mensaje, dramáticamente serio y actual, se resume en esto: el poder endiosado es un poder homicida.

3.2 Raquel llora a sus hijos. Fue esta mujer la imagen de la esposa amada de Jacob. Sus hijos son los frutos del amor y no de la simple pasión, y por ello el pueblo de Israel miró a Raquel como a su madre y no a Lía o Lea, la otra esposa que Jacob, que vino a ocupar el lugar, triste es decirlo, de un precio por trabajos de Jacob. El sentido, pues, de este llanto es: el amor ha sido tronchado, la crueldad se ha ensañado contra el amor.

3.3 Los planes de Herodes fracasan. Ha mostrado su poder derrotando a madres inermes y asesinando niños. Con esa ostentación ha dejado al descubierto sobre qué bases gobierna y a quién sirve su fuerza. Sobre las ruinas de ese fracaso el plan de Dios sigue su marcha. Nunca fue más cierto que "Dios escribe derecho en renglones torcidos".

3.4 Jesús en Egipto es el inmigrante, el desplazado por la violencia, el extranjero, el que nada cuenta. Su humillación del pesebre era la primera a vista del mundo, pero no sería la única, pues con ella se abre esta serie de iniquidades padecidas que nos muestran qué "carne" ha tomado Cristo. No es simplemente nuestra "biología", son los aspectos más terribles de nuestro ser en el mundo... hasta el extremo mismo de la Cruz. Cristo, ¡gracias!

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miércoles, 27 de diciembre de 2017

Os anunciamos lo que hemos visto y oído

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer e interiorizar la Palabra de Dios y el comentario, en este miércoles en que celebramos la fiesta de San Juan, Apóstol y evangelista.

Dios nos bendice...

Primera lectura

Comienzo de la primera carta del apóstol san Juan (1,1-4):

Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos: la Palabra de la vida (pues la vida se hizo visible), nosotros la hemos visto, os damos testimonio y os anunciamos la vida eterna que estaba con el Padre y se nos manifestó. Eso que hemos visto y oído os lo anunciamos, para que estéis unidos con nosotros en esa unión que tenemos con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Os escribimos esto, para que nuestra alegría sea completa.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 96,1-2.5-6.11-12

R/.
 Alegraos, justos, con el Señor

El Señor reina, la tierra goza,
se alegran las islas innumerables.
Tiniebla y nube lo rodean,
justicia y derecho sostienen su trono. R/.

Los montes se derriten como cera
ante el dueño de toda la tierra;
los cielos pregonan su justicia,
y todos los pueblos contemplan su gloria. R/.

Amanece la luz para el justo,
y la alegría para los rectos de corazón.
Alegraos, justos, con el Señor,
celebrad su santo nombre. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Juan (20,2-8):

El primer día de la semana, María Magdalena echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.»
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.

Palabra del Señor

Comentario


1.1 Dos características destacan indudablemente, en los escritos del apóstol Juan; dos notas que parecen contradecirse en términos físicos, pero se complementan bellamente cuando se trata de espiritualidad: altura y profundidad, es decir: ojo a lo alto y mirada a lo profundo.

1.2 Este es el evangelista que hunde su mirada en el misterio admirable del Verbo y arranca del Cielo palabras que parecían prohibidas a los mortales. La audacia de su mensaje compite con la belleza de su expresión, de modo que el corazón creyente, cuando de veras lee a Juan, llega asentir esa especie de embriaguez deliciosa que se siente en los lugares altísimos, cuando todo se hace visible y adquiere por así decirlo su lugar en el conjunto sobrecogedor e imponente.

1.3 Nadie piense, sin embargo, que estamos hablando de un poeta de fantasías o de un novelista de seres o sensaciones imaginarias. Apegado a lo concreto y a lo real, mira qué nos ofrece: "lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y tocaron nuestras manos acerca de la Palabra de la vida...". No es un vendedor de quimeras, no es un soñador atorado en sus ilusiones: es ante todo un testigo.

2. Estar en comunión

2.1 Es difícil saber cuál podría ser la "gran palabra", el concepto clave de la enseñanza de Juan: ¿la Palabra?, ¿la pareja ver-creer?, ¿la vida? Lo más seguro es decir que, más que una palabra o una única idea, en el corazón de la doctrina de Juan tenemos un conjunto armonioso y complementario de experiencias vividas desde Dios y hacia Dios. En este sentido el término clave sería "comunión".

2.2 Estar "en comunión" es precisamente participar-de, recibir y compartir, aprender y ejercer un lenguaje, vivir lo mismo, aunque no en la misma forma, en fin, llegar a ser con el otro. Es algo tan central en el mensaje de Juan, que llega a decirnos: "eso les anunciamos para que también ustedes estén en comunión con nosotros" (1 Jn 1,3).

2.3 Es preciso que nuestra fe católica redescubra la potencia de esas expresiones. "Estar en comunión", "comulgar", que es su equivalente, significa mucho más que participar de un rito, asentir a una doctrina o permanecer bajo una disciplina eclesiástica, aunque todo ello tiene también su valor. Es respirar de un mismo Espíritu, tener unas referencias experienciales comunes, haber aprendido juntos un modo de hablar sobre el Señor, llorar con las lágrimas del hermano y reír con su sola sonrisa.

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