martes, 30 de septiembre de 2014

“El Hijo del hombre no vino a perder a los hombres sino a salvarlos”

¡Amor y paz!

Los estudiosos afirman que en este pasaje empieza toda una larga sección, propia de Lucas, a la que llaman "el viaje a Jerusalén". En Lc 9,51 se nos dice que "Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén", y este largo viaje durará diez capítulos del evangelio, hasta Lc 18,14.

Ha llegado para Jesús la hora "de ser llevado al cielo". Ha terminado su predicación en Galilea, y todo va a ser desde ahora "subida" a Jerusalén, o sea, hacia los grandes acontecimientos de su muerte y resurrección. De paso va a ir adoctrinando a sus discípulos sobre cómo tiene que ser su seguimiento.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el evangelio y el comentario en este martes de la 26ª. Semana del Tiempo Ordinario.

Dios nos bendice…

Evangelio según san Lucas 9, 51-56:
Cuando se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros por delante. De camino entraron en una aldea de Samaría para prepararle alojamiento, pero no lo recibieron, porque se dirigía a Jerusalén. Al ver esto, Santiago y Juan, le preguntaron. ¿Quieres que mandemos bajar fuego del cielo?... Él se volvió y les regañó, y dijo: “No sabéis de qué espíritu sois. El Hijo del hombre no ha venido a perder a los hombres sino a salvarlos”. 
Comentario

El primer episodio en el camino les pasa cuando tienen que atravesar territorio samaritano y no les reciben bien (porque los samaritanos no pueden ver a los judíos, sobre todo si van a Jerusalén). La reacción de Santiago y Juan es drástica: ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo para que acabe con ellos? Se repite la reacción del profeta Elías, que hace bajar fuego del cielo contra los sacerdotes del dios Baal. Jesús, una vez más, les tiene que corregir, y duramente: "no sabéis de qué espíritu sois".

Una primera interpelación de este pasaje es, para nosotros, la decisión con que Jesús se dirige a cumplir la misión para la que ha venido. Sabe cuál es su camino y se dispone con generosidad a seguirlo, a pesar de que le llevará a la cruz.

¿Somos conscientes de dónde venimos y a dónde vamos, en nuestra vida? Nuestro seguimiento de Cristo ¿es tan lúcido y decidido, a pesar de que ya nos dijo que habremos de tomar la cruz cada día e ir detrás de él?

También podemos dejarnos interrogar sobre nuestra reacción cuando algo nos sale mal, cuando experimentamos el rechazo por parte de alguien: ¿somos tan violentos como los "hijos del trueno", Santiago y Juan, que nada menos que quieren que baje un rayo del cielo y fulmine a los que no les han querido dar hospedaje? ¿reaccionamos así cuando alguien no nos hace caso o nos lleva la contra? La violencia no puede ser nuestra respuesta al mal.

Jesús es mucho más tolerante. No quiere -según la parábola que él mismo les contó- arrancar ya la cizaña porque se haya atrevido a mezclarse con el trigo. El juicio lo deja para más tarde. De momento, "se marcharon a otra aldea". Como hacía Pablo, cuando le rechazaban en la sinagoga y se iba a los paganos, o cuando le apaleaban en una ciudad y se marchaba a otra.

Si aquí no nos escuchan, vamos a otra parte y seguiremos evangelizando, allá donde podamos. Sin impaciencias. Sin ánimo justiciero ni fiscalizador. Sin dejarnos hundir por un fracaso. Evangelizando, no condenando: "porque el Hijo del Hombre no ha venido a perder, sino a salvar".

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 6
Tiempo Ordinario. Semanas 22-34
Barcelona 1997. Págs. 120-124

lunes, 29 de septiembre de 2014

Pidamos la intercesión de los santos arcángeles

¡Amor y paz!


Esta fiesta se ha celebrado con gran solemnidad a fines de septiembre, desde el siglo sexto por lo menos. El Martirologio Romano afirma que en la festividad se celebra la dedicación de una Basílica en honor de San Miguel, a unos 10 kilómetros al norte de Roma.

En el oriente, donde antaño se tenía al arcángel como protector de los enfermos (actualmente se le considera como Capitán de las legiones celestiales y Patrón de los soldados), la veneración a San Miguel es todavía mas antigua.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este lunes en que celebramos las fiesta de los santos arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael.

Dios nos bendice…

Evangelio según San Juan 1,47-51. 

Al ver llegar a Natanael, Jesús dijo: "Este es un verdadero israelita, un hombre sin doblez". "¿De dónde me conoces?", le preguntó Natanael. Jesús le respondió: "Yo te vi antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera". Natanael le respondió: "Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel". Jesús continuó: "Porque te dije: 'Te vi debajo de la higuera', crees . Verás cosas más grandes todavía". Y agregó: "Les aseguro que verán el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre". 
Comentario

Según la Escritura, los Ángeles son mensajeros de Dios, "poderosos ejecutores de sus órdenes, prontos a la voz de su palabra" (Sal 103,20), al servicio de su plan de salvación, "enviados para servir a los que deben heredar la salvación" (Heb 1,14).

Los fieles no ignoran los numerosos episodios de la Antigua y de la Nueva Alianza en los que intervienen la santos Ángeles. Saben también que no son pocos los episodios de la vida de Jesús en los que los Ángeles tienen una función particular: el Arcángel Gabriel anuncia a María que concebirá y dará a luz al Hijo del Altísimo (cfr. Lc 1,26-38) y de manera semejante, un Ángel revela a José el origen sobrenatural de la maternidad de la Virgen (cfr. Mt 1,18-25). Y son numerosos los acontecimientos en los que aparecen cumpliendo una misión especial.

La Iglesia, que en sus inicios fue protegida y defendida por el ministerio de los Ángeles (cfr. Hch 5,17-20; 12,6-11) y continuamente experimenta su "ayuda misteriosa y poderosa", venera a estos espíritus celestes y pide con confianza su intercesión. Durante el año litúrgico conmemora la participación de los Ángeles en los acontecimientos de la salvación y celebra su memoria en unas fechas determinadas.

Los nombres de los arcángeles

San Miguel. Este nombre significa: "¿Quién como Dios?" o también: "Nadie es como Dios". La Iglesia Católica ha tenido siempre una gran devoción al Arcángel San Miguel, especialmente para pedirle que nos libre de los ataques del demonio y de los espíritus infernales. Y él cuando lo invocamos llega a defendernos, con el gran poder que Dios le ha concedido. Muchos creen que él sea el jefe de los ejércitos celestiales.

San Gabriel. Su nombre significa: "Dios es mi protector". Al Arcángel San Gabriel se le confió la misión más alta que jamás se le haya confiado a criatura alguna: anunciar la encarnación del Hijo de Dios. Por eso se le venera mucho desde la antigüedad. San Gabriel es el patrono de las comunicaciones y de los comunicadores, porque trajo al mundo la más bella noticia: que el Hijo de Dios se hacía hombre.

San Rafael. Su nombre significa: "Medicina de Dios". Fue el Arcángel enviado por Dios para quitarle la ceguera a Tobías y acompañar al hijo de éste en un larguísimo y peligroso viaje y conseguirle una santa esposa. San Rafael es muy invocado para alejar enfermedades y lograr terminar felizmente los viajes.


http://iglesia.org

domingo, 28 de septiembre de 2014

No bastan las palabras, sino vivir en coherencia con el Evangelio

¡Amor y paz!

El Evangelio de hoy es muy sencillo y no hace falta que nos esforcemos mucho para comprenderlo. Jesús critica la conducta de los que sólo tienen buenas palabras, y alaba en cambio la de aquellos, peor hablados, que terminan cumpliendo la voluntad de Dios aunque sea a regañadientes.

Comprueba que los santones de Israel, los sumos sacerdotes y los senadores del pueblo, van a la zaga en el camino del reinado de Dios, mientras que los pecadores, publicanos y prostitutas, les llevan la delantera.

Jesús distingue entre las buenas obras y las buenas palabras, entre la ortopraxis y la simple ortodoxia, y ve que no siempre se corresponden. Creer no es saber mucho y mejor que los otros, ni conocer en cada momento la voluntad de Dios, ni tener como ciertas las verdades que la Iglesia nos propone... sino llevar una vida coherente con el evangelio (mercaba.org)

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este Domingo XXVI del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Mateo 21,28-32.
Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: "¿Qué les parece? Un hombre tenía dos hijos y, dirigiéndose al primero, le dijo: 'Hijo, quiero que hoy vayas a trabajar a mi viña'. Él respondió: 'No quiero'. Pero después se arrepintió y fue. Dirigiéndose al segundo, le dijo lo mismo y este le respondió: 'Voy, Señor', pero no fue. ¿Cuál de los dos cumplió la voluntad de su padre?". "El primero", le respondieron. Jesús les dijo: "Les aseguro que los publicanos y las prostitutas llegan antes que ustedes al Reino de Dios. En efecto, Juan vino a ustedes por el camino de la justicia y no creyeron en él; en cambio, los publicanos y las prostitutas creyeron en él. Pero ustedes, ni siquiera al ver este ejemplo, se han arrepentido ni han creído en él". 
Comentario

Una caricatura de Justo y Franco, dos personajes de las tiras cómicas publicadas en un periódico colombiano, traía alguna vez cinco escenas que me impactaron. En el primer cuadro aparecen dos hombres de las cavernas en lo alto de un barranco tallando una enorme rueda de piedra. El segundo cuadro muestra cómo, en medio de su trabajo, se les suelta la rueda, que cae al vacío; al fondo del barranco hay otro hombre que va saliendo de una de las cavernas, justo debajo del barranco por donde cae la enorme rueda de piedra. En el tercer cuadro la piedra cae encima del hombre que salía de la caverna. Los dos personajes contemplan la escena desde lo alto del barranco. El cuarto cuadro muestra cómo el hombre que es golpeado insulta a los dos cavernícolas que están en lo alto del barranco contemplando el daño que han hecho sin querer...

Por último, en el cuadro final, mientras la víctima aleja, mientras sigue insultando a sus agresores, los dos hombres en lo alto comentan: “Esta moda del idioma es una linda invención, pero las palabras nunca reemplazarán a los palos y las rocas”.

Efectivamente, esta moda del idioma, como llaman estos cavernícolas a los insultos del afectado por el accidente de trabajo, nunca reemplazarán la contundencia de las acciones. Comúnmente se dice que las palabras lo aguantan todo, y es verdad. Hablar, prometer, jurar, asegurar, y aún orar, si no se traducen en acciones muy concretas que sirvan de autenticación de lo que se ha hablado, prometido, jurado, asegurado o, incluso, orado, nos quedamos a la mitad del camino.

Conozco a muchas personas a quienes les gusta conversar sobre sus dificultades para vivir la fe; tienen serias dudas sobre muchos de los dogmas de nuestro credo, no comparten muchas de las orientaciones disciplinarias de la Iglesia, les cuesta mucho vivir una práctica ritual sin acabar de entender del todo su contenido... Sin embargo, viven con bastante coherencia su propia existencia. Tratan de ser fieles a su propia conciencia que les va indicando el camino que deben tomar en circunstancias complejas y confusas.

Conozco también, y sobre todo porque me conozco a mí, a personas que afirman todos y cada uno de los dogmas, hacen gala de seguir milimétricamente las orientaciones disciplinarias de la Iglesia y se ufanan de ser fieles a los ritos y prácticas religiosas a los que obliga la fe; sin embargo, a la hora de las definiciones, nos quedamos cortos en nuestra respuesta generosa y entregada.

“¿Cuál de los dos hizo lo que su padre quería?” Es la pregunta que Jesús le lanza a los Jefes de los sacerdotes y a los ancianos de los judíos en pleno templo de Jerusalén, después de contarles la parábola de los dos hijos; uno que dice “¡No quiero ir! Pero después cambió de parecer, y fue”. Y el otro que dice “Si, señor, yo iré. Pero no fue”.

Desde luego, sus interlocutores no podían quedar tranquilos. De alguna forma se explica la pasión y muerte del Señor. Porque decirle a los Jefes que “los publicanos y las prostitutas entrarán antes que ustedes en el reino de Dios” es una manera de utilizar esa moda del idioma de la que se burlaban los cavernícolas de la tira cómica.

Hermann Rodríguez Osorio, S.J.

Sacerdote jesuita, Decano académico de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana – Bogotá

sábado, 27 de septiembre de 2014

¿Buscamos a Jesús sólo para recibir regalos pasajeros?

¡Amor y paz!

Jesús quiere dejar claramente asentado entre sus discípulos que Él no vino a realizar algunas obras, incluso milagrosas, sólo para causar admiración. Él vino como Salvador del mundo y su historia. No puede, por tanto, ser considerado como un simple taumaturgo, sino como el Camino, la Verdad y la Vida, que Él ofrece a todo hombre, de cualquier tiempo y lugar.

Si sólo se le busca a Jesús para recibir favores pasajeros, y no para aceptar su Salvación y vivir comprometidos con su Evangelio, no como predicadores sino como testigos desde nuestra experiencia personal, desde nuestro encarnar en la propia vida la Buena Noticia de salvación, no podemos decir que nuestra fe está firmemente afianzada en Él.

Entonces honraremos al Señor sólo con los labios, mientras nuestro corazón permanecerá lejos de Él. Contemplemos a Cristo clavado en la cruz para el perdón de nuestros pecados; y resucitado para que tengamos nueva Vida en Él y participemos de su mismo Espíritu. ¿Será esto aquello por lo que buscamos y seguimos a Cristo?.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este sábado de la XXV Semana delo Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Lucas 9,43b-45. 
Mientras todos se admiraban por las cosas que hacía, Jesús dijo a sus discípulos: "Escuchen bien esto que les digo: El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres". Pero ellos no entendían estas palabras: su sentido les estaba velado de manera que no podían comprenderlas, y temían interrogar a Jesús acerca de esto. 
Comentario

Hoy hacemos nuestra la Vida eterna al participar de la Eucaristía. Nuestra vida pasajera cobra valor de eternidad. No podemos ilusionarnos falsamente pensando que ya somos perfectos en Cristo, pues nuestra condición de peregrinos hacia la Vida eterna nos recuerda la necesidad de una continua conversión, que nos debe llevar a centrar nuestra vida en Cristo, hasta que, por su Gracia, lleguemos a la madurez del Hombre Perfecto. Dios nos llamó de la nada a la vida, porque nos ama y porque nos quiere eternamente con Él. Hemos de ser una imagen viva de su Hijo, no sólo en cuanto a la santidad interior, sino también en cuanto a hacer el bien a todos, como señal de que el amor de Dios, que habita en nosotros, es el que guía nuestros pensamientos, palabras, obras e, incluso, toda nuestra vida.

No sólo hemos de disfrutar la vida. No podemos dejar de contemplar las angustias, las tristezas, el hambre y la desnudez de nuestro prójimo. Disfrutar la vida significa convertirnos en un fruto maduro que incrementa la paz, la alegría, la esperanza, la fe y el amor en los demás. El que sólo busca su propio bien y piensa que es feliz por haber logrado desechar pensamientos depresivos y malsanos, pero no procura el bien de su prójimo no puede decir que se está identificando con Cristo, pues el Dios, nuestro Padre, se alegra cuando, al entregar la vida de su Hijo por nosotros, recupera nuestro amor y, purificándonos de todo pecado, nos reviste de Cristo y nos pone en camino para que vayamos y hagamos nosotros lo mismo con aquella parte de la humanidad encadenada al pecado, y deteriorada por una diversidad de signos de muerte. Dios nos llama a todos a la santidad y a la plena comunión con Él desde ahora y hasta la eternidad. Pongámonos en camino, bajo el impulso del Espíritu Santo, para que esto se haga realidad en nosotros.

Roguémosle al Señor, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, que nos conceda la gracia de saber esforzarnos en lograr un mundo más justo, más libre y más fraterno; libre de divisiones entre nosotros para que, permaneciendo unido y guiados por el Espíritu Santo, nos dirijamos constantemente hacia nuestra plena y eterna unión con Él. Amén.

Homiliacatolica.com

viernes, 26 de septiembre de 2014

Conocer a Jesús nos plantea un compromiso personal

¡Amor y paz!

¿Quién es Jesús? Inquieto por el revuelo suscitado en su provincia por aquel hombre, Herodes plantea la cuestión. Es verdad que no es un miembro de la Iglesia, pero su pregunta encuentra eco en el corazón de los discípulos. También ellos se interrogan: ¿quién es ese Jesús en quien han puesto su fe? Pedro responde: "El Mesías de Dios".

Pero con ello no todo queda resuelto, ya que la fe no se limita a una adhesión intelectual, sino que suscita un compromiso personal. ¿Quién es ese Jesús por el que yo me comprometo? El evangelio responde con el anuncio de la pasión. Jesús es el hombre nuevo, totalmente entregado a la voluntad del Padre: tiene que llegar hasta el fondo el compromiso tomado en la sinagoga de Nazaret. Para Jesús, obedecer es ser hijo, sin condiciones.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario,  este viernes de la XXV Semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Lucas 9,18-22. 
Un día en que Jesús oraba a solas y sus discípulos estaban con él, les preguntó: "¿Quién dice la gente que soy yo?". Ellos le respondieron: "Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los antiguos profetas que ha resucitado". "Pero ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy yo?". Pedro, tomando la palabra, respondió: "Tú eres el Mesías de Dios". Y él les ordenó terminantemente que no lo dijeran a nadie. "El Hijo del hombre, les dijo, debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día". 
Comentario

"¿Quién soy yo para ti?". Para ti, no para la gente. Para ti, personalmente, por encima de las respuestas hechas. Una pregunta delicada. Nos gustaría hacérsela a otros, pero vacilamos. ¿No vas a encerrarme en una definición demasiado rápida, a darme un nombre que apenas comprendes o malentiendes, a reducir el misterio de mi riqueza, del que quizá ni siquiera yo conozco toda su profundidad? Me responderás: “Tú eres mi hijo..., mi amigo..., mi dueño..., mi amor...".
Y lo soy. Pero soy también algo más, otra cosa distinta.... Sí, es difícil conocer al otro sin herirle.

"¿Quién soy yo para vosotros?" Jesús se arriesga a interrogarnos.

Las respuestas abundan. Se han escrito libros enteros para darlas. ¿Jesús? Un profeta asesinado, el Sagrado Corazón, verdadero Dios y verdadero hombre, super-star... Jesús impone silencio... Es difícil conocer a Dios sin herirle.
Jesús estaba en oración cuando planteó esta cuestión. En la verdad de su ser y de su existencia, El puede decir que conoce a Dios. "¡Padre, Abbá!". Puede decir ese nombre sin herir a Dios, porque  Él se deja herir por ese nombre: "¡Padre, hágase tu voluntad!".

En el Calvario Jesús mostrará hasta dónde le ha llevado su respuesta. En la hora de su pasión será cuando pueda decir de verdad: "Padre, les he dado a conocer tu nombre".
Conocer a Dios es una pasión; un amor inmenso y un profundo sufrimiento a la vez.

Conocer a Dios es una vocación, una llamada: "El que quiera venir en pos de mí, que renuncie a sí mismo". Hacerse discípulo es una cuestión de opción y de obediencia.

Es un opción. Será discípulo el hombre que se haya visto tocado en su corazón por una palabra que lo desborda. La vocación es una prueba, ya que la llamada quema como una urgencia, es radical como un juicio. Ser discípulo es abrirse a una pregunta, dejarse cuestionar. Sin más seguridad que la gracia para salir vencedor de la prueba.

Y es una obediencia. Será discípulo aquel que se entusiasme con el don recibido. A todos los que tienen sed de Dios, del Dios de vida, Jesús les da su Espíritu: por el bautismo nos hemos revestido de Cristo; nosotros le pertenecemos. Nuestra vocación es una iniciación.

Conocer a Dios será siempre un nuevo nacimiento. Pedro no podrá decir de verdad el nombre de Jesús más que después de su negación y de la Pascua: "Tú lo sabes todo; tú sabes que te amo". Aquel día, en vez de imponerle silencio, Jesús le alentará en su vocación de afianzar a sus hermanos.

"¿Quién soy yo..?". ¿Quién nos dirá, pues, el nombre de Dios, sino la herida que Él mismo ha abierto en nuestro corazón con el deseo de conocerle?

DIOS CADA DIA
SIGUIENDO EL LECCIONARIO FERIAL
SEMANAS XXII-XXXIV T.O. EVANG.DE LUCAS
SAL TERRAE/SANTANDER 1990.Pág. 76 s.
www.mercaba.org

jueves, 25 de septiembre de 2014

¿Quién es Jesús para nosotros?

¡Amor y paz!

A nosotros nos ocurre muchas veces igual que Herodes. Nos vienen todos los días con noticias sobre la persona de Jesús. Algunos lo exaltan tanto que tememos perderlo de vista en las órbitas siderales. Otros, lo presentan como un personaje pintoresco, uno de tantos que han existido en la historia de la humanidad. ¿Quién es Jesús para nosotros?

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este jueves de la 25ª. semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Lucas 9,7-9. 
El tetrarca Herodes se enteró de todo lo que pasaba, y estaba muy desconcertado porque algunos decían: "Es Juan, que ha resucitado". Otros decían: "Es Elías, que se ha aparecido", y otros: "Es uno de los antiguos profetas que ha resucitado". Pero Herodes decía: "A Juan lo hice decapitar. Entonces, ¿quién es este del que oigo decir semejantes cosas?". Y trataba de verlo. 

Comentario

En su época, algunos asimilaban a Jesús con la figura de su predecesor Juan. Incluso varios de los seguidores de Juan fueron más tarde sus discípulos. Muchos de entre el pueblo lo veían como un nuevo Elías, profeta del final de los tiempos que vendría a dar el dictamen decisivo de Dios sobre Israel. Otros en cambio lo asimilaban a la fuerte tradición profética. Lo veían como un profeta más en la línea de los grandes y antiguos orientadores del Pueblo elegido. Estando así de divididas las nociones acerca de Jesús, de estas preocupaciones no escapaban ni los grandes gobernantes. A todos les inquietaba este hombre que andaba por todos los caminos haciendo prodigios y anunciando una buena noticia a los pobres.

Nosotros hoy continuamos ansiosos por descubrir la identidad de este hombre. Pues, como cristianos aún desconocemos mucho de la vida y obra de quien consideramos el fundamento de nuestra Iglesia. Esta gran ignorancia respecto a él nos mueve a acercarnos a su figura con gran sencillez y confianza. La sencillez se funda en la imposibilidad de agotar con nuestra mirada toda la profundidad de su misterio. Porque, aunque es un ser humano como nosotros, su hondura existencial nos sobrepasa. Con confianza, puesto que nos sentimos como comunidad llamados por él para emprender la transformación de este mundo por medio de la misericordia y el amor fraterno.

Servicio Bíblico Latinoamericano