sábado, 6 de julio de 2013

Con Jesús, no debe haber espacio para la tristeza

¡Amor y paz!

El evangelio de hoy aborda el tema del ayuno y se afirma que la permanencia de Jesús con sus discípulos se considera tiempo de alegría, como en una boda, o mejor dicho, como en las relaciones nupciales que Dios ha establecido con su pueblo, cuando el ayuno o cualquier otra señal de tristeza o duelo está fuera de lugar.

Jesús no rechaza el ayuno en cuanto tal, lo que rechaza es el legalismo que despersonifica y niega la libertad de ayunar cuando ello es conveniente.  

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este sábado de la XIII Semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Mateo 9,14-17. 
Entonces se acercaron los discípulos de Juan y le dijeron: "¿Por qué tus discípulos no ayunan, como lo hacemos nosotros y los fariseos?".  Jesús les respondió: "¿Acaso los amigos del esposo pueden estar tristes mientras el esposo está con ellos? Llegará el momento en que el esposo les será quitado, y entonces ayunarán. Nadie usa un pedazo de género nuevo para remendar un vestido viejo, porque el pedazo añadido tira del vestido y la rotura se hace más grande.  Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque los odres revientan, el vino se derrama y los odres se pierden. ¡No, el vino nuevo se pone en odres nuevos, y así ambos se conservan!". 
Comentario

La sección a la que pertenece este pasaje se abre con una serie de tres episodios a la que pertenecen la curación de un paralítico (9, 2-8), la llamada a Mateo (9, 9) y la comida con los pecadores (9, 9-13). Dicho capítulo concluye también con tres episodios: la salvación de dos personajes femeninos (9, 18-26), la curación de dos ciegos (9, 27-31) y la de un mudo (9, 32-34). Entre ambos trípticos se coloca un texto sobre la novedad cristiana y sobre su incompatibilidad con las instituciones religiosas judías que constituye la enseñanza central de 9, 2-34 y desde el cual se deben interpretar los restantes textos.

El pasaje se articula en dos momentos: en el primero encontramos una controversia entre Jesús y los discípulos del Bautista a propósito de la observancia del ayuno; en el segundo se opone lo nuevo a lo antiguo a partir de dos comparaciones tomadas de la forma de coser un vestido y de la conservación del vino.

La inconciliable convivencia de lo nuevo y lo antiguo en estos dos órdenes esclarece la irreductibilidad entre la práctica de Jesús y la práctica de los fariseos y bautistas. Esta última permanece en el ámbito del pasado israelita que, por su particularismo, no puede adaptarse al ámbito universal de la salvación proclamada por Jesús para su comunidad.

Esta nueva realidad nace de la presencia del Esposo en el banquete nupcial. La imagen de las bodas había sido usada en el Antiguo Testamento para expresar la relación de Dios con su pueblo. Ahora se aplica a Jesús que con su llegada ha dado inicio al banquete mesiánico.

La nueva realidad, la presencia del Dios con nosotros entre la comunidad de los discípulos de Jesús, prohíbe el sentimiento de tristeza expresado por el ayuno. Los discípulos de Juan no han comprendido el sentido de la venida de Jesús y, por lo mismo no han comprendido su carácter de precursor del Mesías. 
Por lo mismo insisten en la práctica del ayuno considerando que siguen vigentes las disciplinas de la Antigua Alianza. De esa forma, ellos mismos se colocan en la misma categoría que los discípulos de los fariseos.

La presencia del Esposo en las bodas mesiánicas exige, por el contrario, una nueva actitud que sólo puede ser expresada adecuadamente por el sentimiento de alegría que lleva a tomar parte activa en el banquete.

La disciplina preparatoria de la Ley antigua debe ceder su lugar al servicio alegre en libertad fruto de esta intervención decisiva de Dios en la historia humana. 

El reconocimiento de la presencia divina en Jesús Esposo ha cambiado el sentido de la vida de los discípulos galileos de Jesús. De la tristeza de la preparación expresada por medio del ayuno han sido transportados al ámbito de la plenitud de la alegría del banquete mesiánico.

Todo discípulo de Jesús a lo largo de la historia deberá hacer la misma experiencia y, por ende, no hay espacio en su existencia para la tristeza. Los “amigos del novio” deben ser capaces de expresar la alegre intimidad con Jesús en la fiesta que significa el compartir del Reino.

Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)