martes, 2 de julio de 2013

¿Quién es Jesús, que hasta los vientos y el mar le obedecen?

¡Amor y paz!

¡Que alce la mano quien no haya sentido miedo! Ese que nace ante un peligro real o imaginario. A veces nos sentimos en una sinsalida porque los problemas nos agobian. Otras veces un solo conflicto nos puede afectar al punto de sentir que nuestros propios recursos fallan a la hora de hacerle frente. Entonces, recurrimos a solicitar ayuda; en el mejor de los casos, la de un profesional o de alguien más experimentado. Pero también ocurre que no acertamos al escoger quien nos colabore a solucionar el inconveniente y, en lugar de superarla, empeoramos la situación.

En cualquier circunstancia, sin hacer a un lado la propia capacidad para encarar las dificultades, permanece Jesús que, como el mejor amigo, está dispuesto a ayudarnos. Él, que “hasta los vientos y el mar le obedecen”

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este martes de la 13ª. Semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Mateo 8,23-27. 
Jesús subió a la barca y sus discípulos le siguieron. Se levantó una tormenta muy violenta en el lago, con olas que cubrían la barca, pero él dormía. Los discípulos se acercaron y lo despertaron diciendo: « ¡Señor, sálvanos, que estamos perdidos!» Pero él les dijo: « ¡Qué miedosos son ustedes! ¡Qué poca fe tienen!» Entonces se levantó, dio una orden al viento y al mar, y todo volvió a la más completa calma. Grande fue el asombro; aquellos hombres decían: « ¿Quién es éste, que hasta los vientos y el mar le obedecen?»
Comentario

La narración de un milagro implica siempre la relectura de un acontecimiento desde la fe. Y en este proceso de relectura no es fácil decir qué corresponde al acontecimiento original y qué al simbolismo que le añade la fe que lo interpreta. De todas formas, un milagro es esa bella síntesis donde la historia, la libertad, la fe y la gracia se unen para manifestar el amor de Dios y todas las implicaciones que él conlleva. Leído desde la cronología de la vida diaria, este relato es una bella historia de compañerismo: Jesús, campesino que no tiene experiencia del mar, es simplemente lógico que se asuste o se duerma al montarse en una barca. Y es también apenas lógico que en caso de peligro haga lo que pueda por ayudar a sus compañeros.

Pero, leída esta narración desde la fe, la cosa cambia. Ya no son los compañeros que transportan a un amigo, sino el mismo Dios que viaja en la misma barca... Y ya no es un puñado de compañeros, sino la representación de la misma iglesia... Y no se trata de una tempestad cualquiera, sino de los acontecimientos históricos que ponen en peligro la vida de la comunidad cristiana... Y lo que en un momento los discípulos pudieron haber leído como un suceso de dominio de las energías de la naturaleza, se convierte en un acontecimiento casi cósmico, en el que el mar y la naturaleza le obedecen a Cristo, como se relataba en el A.T. acerca de Yahvéh.

Aquí no hay exageración, ni mucho menos mentira. Hay sencillamente un descubrimiento, desde la fe, del significado hondo de las cosas. Es que un milagro es precisamente esto: el llegar a descubrir y admirar la presencia honda, secreta y misteriosa de Dios en nuestra vida. Para quien tiene fe viva, la vida está llena de este sobrenatural que es lo más natural en el diario vivir del cristiano. El sobrenatural no es una imaginación, sino la gran verdad de la vida humana. Quien no tenga ojos de fe, no descubrirá nunca las bellezas de lo simbólico y de lo liberador que encierra un milagro bíblico.

Servicio Bíblico Latinoamericano