jueves, 28 de febrero de 2013

Si no escuchas a Jesús, aunque los muertos resuciten, no te convertirás



¡Amor y paz!

No podemos pasar por este mundo haciendo caso omiso del gran mandamiento del amor. O siendo solidarios sólo en algunas escasas ocasiones. O dando limosnas que simplemente tranquilizan un poco nuestra conciencia.

El Evangelio nos relata una parábola, no un hecho histórico, pero de todas maneras refleja muy a las claras la voluntad de Dios en lo que respecta a la relación con los hermanos y la importancia que le debemos dar a los bienes materiales.

No necesitamos más que atender a Jesucristo y su Evangelio y no se requieren más milagros para tomar conciencia y cambiar de actitud frente a Dios y nuestros hermanos.

Te invito, hermano, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este jueves de la 2ª. Semana de Cuaresma.

Démosle gracias a Dios y encomendemos a Benedicto XVI, que concluye hoy su pontificado; oremos por la Iglesia para que Cristo la proteja durante el período de Sede Vacante y para que el Espíritu Santo ilumine a los cardenales con el fin de que hagan la mejor elección del nuevo Papa.

Dios te bendiga…

Evangelio según San Lucas 16,19-31.

Había un hombre rico que se vestía de púrpura y lino finísimo y cada día hacía espléndidos banquetes. A su puerta, cubierto de llagas, yacía un pobre llamado Lázaro, que ansiaba saciarse con lo que caía de la mesa del rico; y hasta los perros iban a lamer sus llagas. El pobre murió y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. El rico también murió y fue sepultado. En la morada de los muertos, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él. Entonces exclamó: 'Padre Abraham, ten piedad de mí y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en el agua y refresque mi lengua, porque estas llamas me atormentan'. 'Hijo mío, respondió Abraham, recuerda que has recibido tus bienes en vida y Lázaro, en cambio, recibió males; ahora él encuentra aquí su consuelo, y tú, el tormento. Además, entre ustedes y nosotros se abre un gran abismo. De manera que los que quieren pasar de aquí hasta allí no pueden hacerlo, y tampoco se puede pasar de allí hasta aquí'. El rico contestó: 'Te ruego entonces, padre, que envíes a Lázaro a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos: que él los prevenga, no sea que ellos también caigan en este lugar de tormento'. Abraham respondió: 'Tienen a Moisés y a los Profetas; que los escuchen'. 'No, padre Abraham, insistió el rico. Pero si alguno de los muertos va a verlos, se arrepentirán'. Pero Abraham respondió: 'Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, aunque resucite alguno de entre los muertos, tampoco se convencerán'".

Comentario

Hoy, el Evangelio es una parábola que nos descubre las realidades del hombre después de la muerte. Jesús nos habla del premio o del castigo que tendremos según cómo nos hayamos comportado.

El contraste entre el rico y el pobre es muy fuerte. El lujo y la indiferencia del rico; la situación patética de Lázaro, con los perros que le lamen las úlceras (cf. Lc 16,19-21). Todo tiene un gran realismo que hace que entremos en escena.

Podemos pensar, ¿dónde estaría yo si fuera uno de los dos protagonistas de la parábola? Nuestra sociedad, constantemente, nos recuerda que hemos de vivir bien, con confort y bienestar, gozando y sin preocupaciones. Vivir para uno mismo, sin ocuparse de los demás, o preocupándonos justo lo necesario para que la conciencia quede tranquila, pero no por un sentido de justicia, amor o solidaridad.

Hoy se nos presenta la necesidad de escuchar a Dios en esta vida, de convertirnos en ella y aprovechar el tiempo que Él nos concede. Dios pide cuentas. En esta vida nos jugamos la vida.

Jesús deja clara la existencia del infierno y describe algunas de sus características: la pena que sufren los sentidos —«que moje en agua la punta de su dedo y refresque mi lengua, porque estoy atormentado en esta llama» (Lc 16,24)— y su eternidad —«entre nosotros y vosotros se interpone un gran abismo» (Lc 16, 26).

San Gregorio Magno nos dice que «todas estas cosas se dicen para que nadie pueda excusarse a causa de su ignorancia». Hay que despojarse del hombre viejo y ser libre para poder amar al prójimo. Hay que responder al sufrimiento de los pobres, de los enfermos, o de los abandonados. Sería bueno que recordáramos esta parábola con frecuencia para que nos haga más responsables de nuestra vida. A todos nos llega el momento de la muerte. Y hay que estar siempre preparados, porque un día seremos juzgados.


Rev. D. Xavier Sobrevía i Vidal (Sant Boi de Llobregat-Barcelona, España)

miércoles, 27 de febrero de 2013

¿Estás dispuesto a cumplir la voluntad de Dios?



¡Amor y paz!

El misterio pascual de Jesús es el cumplimiento decisivo de su misión en el mundo. Mateo subraya, después del anuncio de la Pasión, la importancia de la imitación del Señor para la Iglesia. El que quiera ser grande en el Reino ha de aceptar el último lugar entre los discípulos, tal como Jesús, el Hijo del hombre, que da la vida como siervo del mundo (Misa dominical 1990/06).

Te invito, hermano, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este miércoles de la 2ª. Semana de Cuaresma.

Dios te bendiga…

Evangelio según San Mateo 20,17-28.

Cuando Jesús se dispuso a subir a Jerusalén, llevó consigo sólo a los Doce, y en el camino les dijo: "Ahora subimos a Jerusalén, donde el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas. Ellos lo condenarán a muerte y lo entregarán a los paganos para que sea maltratado, azotado y crucificado, pero al tercer día resucitará". Entonces la madre de los hijos de Zebedeo se acercó a Jesús, junto con sus hijos, y se postró ante él para pedirle algo. "¿Qué quieres?", le preguntó Jesús. Ella le dijo: "Manda que mis dos hijos se sienten en tu Reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda". "No saben lo que piden", respondió Jesús. "¿Pueden beber el cáliz que yo beberé?". "Podemos", le respondieron. "Está bien, les dijo Jesús, ustedes beberán mi cáliz. En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes se los ha destinado mi Padre". Al oír esto, los otros diez se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús los llamó y les dijo: "Ustedes saben que los jefes de las naciones dominan sobre ellas y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero que se haga su esclavo: como el Hijo del hombre, que no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud".

Comentario

I. Jesús, como a la madre de Santiago y Juan, a veces también me tienes que decir: no sabéis lo que pedís. Te pido aprobar un examen cuando no he puesto todas las horas que debía; te pido superar un defecto pero no lucho en serio para combatirlo. No alcanzamos la gracia si no la buscamos, porque no se conceden los dones de lo alto a los que los menosprecian. Llamad por medio de la oración, de los ayunos y de las limosnas (1).

¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber? ¿Puedes sacrificarte por Mí como yo me he sacrificado por ti? Jesús, también a Ti te ha costado esfuerzo la redención. Y San Pablo dice: Pues no habéis resistido aún hasta la sangre para combatir el pecado (2). Jesús, he de tomarme más en serio la lucha por mejorar en mi vida cristiana. Sólo entonces mi petición será sincera.

Le dijeron: Podemos: Podemos. Jesús, puedo esforzarme más. Al menos quiero intentarlo. Quiero ser más generoso en mis pequeñas mortificaciones, en las comidas, en la vista, en el orden; en la puntualidad a la hora de ponerse a estudiar o hacer la oración; en el minuto heroico de levantarse a la hora (o de acostarse a la hora, que también cuesta). Puedo... si Tú me ayudas, porque como dice San Pablo: Todo lo puedo en aquel que me conforta (3).

II. También a nosotros nos llama, y nos pregunta, como a Santiago y a Juan: ¿estáis dispuestos a beber el cáliz -este cáliz de la entrega completa al cumplimiento de la voluntad del Padre- que yo voy a beber? Possumus!; ¡sí, estamos dispuestos!, es la respuesta de Juan y de Santiago. Vosotros y yo, ¿estamos seriamente dispuestos a cumplir, en todo, la voluntad de nuestro Padre Dios? ¿Hemos dado al Señor nuestro corazón entero, o seguimos apegados a nosotros mismos, a nuestros intereses, a nuestra comodidad, a nuestro amor propio? ¿Hay algo que no responde a nuestra condición de cristianos y que hace que no queramos purificarnos? Hoy se nos presenta la ocasión de rectificar.

Es necesario empezar por convencerse de que Jesús nos dirige personalmente estas preguntas. Es Él quien las hace, no yo. Yo no me atrevería ni a planteármelas a mí mismo. Estoy siguiendo mi oración en voz alta, y vosotros, cada uno de nosotros, por dentro, está confesando al señor: Señor: ¡Qué poco valgo, qué cobarde he sido tantas veces! ¡Cuántos errores!: en esta ocasión y en aquélla, y aquí y allá. Y podemos exclamar aún: menos mal, Señor, que me has sostenido con tu mano, porque me veo capaz de todas las infamias. No me sueltes, no me dejes, trátame siempre como a un niño. Que sea yo fuerte, valiente, entero. Pero ayúdame como a una criatura inexperta; llévame de tu mano, Señor, y haz que tu Madre esté también a mi lado y me proteja. Y así, possumus!, podremos, seremos capaces de tenerte a Ti por modelo (4).
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Notas:
1. S. Juan Crisóstomo, Catena Aurea, vol. I, pág 427.
2. Heb 12, 1-4.
3. Phil. 4, 13.
4. Es Cristo que pasa, 15.
Meditación extraída de la colección “Una cita con Dios”, Tomo II, Cuaresma por Pablo Cardona.

martes, 26 de febrero de 2013

«No imiten su conducta, porque dicen y no hacen»

¡Amor y paz!

A muchos nos ronda la tentación de "colar el mosquito y tragarnos el camello"; de fijarnos en lo exterior y no mirar lo profundo, de quedarnos en la cáscara sin entrar en la médula de la vida; la tentación de la hipocresía, de mostrar lo que en verdad no somos, de buscar el aplauso o la alabanza, que nos llenen de títulos en lugar de dejar filtrar a Dios en nuestra vida.

Sobre eso versa hoy el Evangelio. Jesús cuestiona a aquellos que, teniendo cargos de poder y representación, buscan ante todo privilegios, reconocimientos y halagos.

Te invito, hermano, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este martes de la 2ª. Semana de Cuaresma.

Dios te bendiga…

Evangelio según San Mateo 23,1-12.

"Los escribas y fariseos ocupan la cátedra de Moisés; ustedes hagan y cumplan todo lo que ellos les digan, pero no se guíen por sus obras, porque no hacen lo que dicen. Atan pesadas cargas y las ponen sobre los hombros de los demás, mientras que ellos no quieren moverlas ni siquiera con el dedo. Todo lo hacen para que los vean: agrandan las filacterias y alargan los flecos de sus mantos; les gusta ocupar los primeros puestos en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, ser saludados en las plazas y oírse llamar 'mi maestro' por la gente. En cuanto a ustedes, no se hagan llamar 'maestro', porque no tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos. A nadie en el mundo llamen 'padre', porque no tienen sino uno, el Padre celestial. No se dejen llamar tampoco 'doctores', porque sólo tienen un Doctor, que es el Mesías. Que el más grande de entre ustedes se haga servidor de los otros, porque el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado".
Comentario

Hoy, Jesús nos llama a dar testimonio de vida cristiana mediante el ejemplo, la coherencia de vida y la rectitud de intención. El Señor, refiriéndose a los maestros de la Ley y a los fariseos, nos dice: «No imitéis su conducta, porque dicen y no hacen» (Mt 23,3). ¡Es una acusación terrible!

Todos tenemos experiencia del mal y del escándalo —desorientación de las almas— que causa el “antitestimonio”, es decir, el mal ejemplo. A la vez, todos también recordamos el bien que nos han hecho los buenos ejemplos que hemos visto a lo largo de nuestras vidas. No olvidemos el dicho popular que afirma que «más vale una imagen que mil palabras». En definitiva, «hoy más que nunca, la Iglesia es consciente de que su mensaje social se hará creíble por el testimonio de las obras, antes que por su coherencia y lógica interna» (Juan Pablo II).

Y una modalidad de mal ejemplo especialmente perniciosa para la evangelización es la falta de coherencia de vida. Un apóstol del tercer milenio, que se encuentra llamado a la santidad en medio de la gestión de los asuntos temporales, ha de tener presente que «la unidad de vida de los fieles laicos —ha escrito el Papa— tiene una gran importancia. Ellos, en efecto, deben santificarse en la vida profesional y social ordinaria, (...) deben considerar las actividades de la vida cotidiana como ocasión de unión con Dios y de cumplimiento de su voluntad, así como también de servicio a los demás hombres, llevándoles a la comunión con Dios en Cristo».

Finalmente, Jesús se lamenta de quienes «todas sus obras las hacen para ser vistos por los hombres» (Mt 23,5). La autenticidad de nuestra vida de apóstoles de Cristo reclama la rectitud de intención. Hemos de actuar, sobre todo, por amor a Dios, para la gloria del Padre. Tal como lo podemos leer en el Catecismo de la Iglesia, «Dios creó todo para el hombre, pero el hombre fue creado para servir y amar a Dios y para ofrecerle toda la creación». He aquí nuestra grandeza: ¡servir a Dios como hijos suyos!

Rev. D. Antoni Carol i Hostench (Sant Cugat del Vallès-Barcelona, España)

lunes, 25 de febrero de 2013

Con la medida que midamos a otros seremos medidos



¡Amor y paz!

Ayer Dios Padre nos pidió escuchar a su Hijo y hoy el Hijo nos pide ser como su Padre: misericordiosos, no juzgar, no condenar, perdonar, dar.

Sin embargo, no hay que hacerlo simplemente para que lo hagan con nosotros, pues hay que dar, amar, perdonar con generosidad, sin esperar nada a cambio.

Te invito, hermano, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este lunes de la 2ª. Semana de Cuaresma.

Dios te bendiga…

Evangelio según San Lucas 6,36-38.
Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso. No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados. Den, y se les dará. Les volcarán sobre el regazo una buena medida, apretada, sacudida y desbordante. Porque la medida con que ustedes midan también se usará para ustedes".
Comentario

Jesús abre su sabiduría para hacer entender a sus discípulos los requisitos centrales del proyecto del Reino. Les explica que todos los pecados de la humanidad tienen el mismo origen: en la codicia, en la que se manifiesta el egoísmo. Este es el principal obstáculo para la conversión que debe buscar todo buen cristiano. Debido a esto, todo ser humano que quiera ser acogido por el Padre, debe trabajar por llegar a tener su misma compasión y misericordia para con los otros. Esta misericordia y compasión no sólo debe ser externa. Es indispensable que toque y permee la mente en el momento de hacer cualquier juicio sobre los demás.

La gente del tiempo de Jesús, a pesar de tener una institución tradicionalmente reconocida como el Templo, nunca escuchó de parte de sus sacerdotes palabras que buscaran una sociedad alternativa, estructuralmente diferente a la heredada. Había quedado muy distante la experiencia del éxodo y de la liberación de Egipto. De ahí su extrañeza al oír cómo Jesús ofrecía, con palabras humanas corrientes, un concepto del querer de Dios muy diferente al de la oficialidad.

Frente a sus planteamientos había sólo dos alternativas: aceptarlos como voluntad del Padre, o rechazarlos y condenar a Jesús. La manera como la comunidad debía entender el mensaje de Jesús era desde la preocupación que él mostraba por la situación que vivía el empobrecido. A éste sólo se le podía redimir si en las personas nacía la compasión por el más necesitado.

Compasión es compartir el sufrimiento de los otros y así experimentar qué es lo que ellos realmente necesitan para que su calidad de vida mejore. Queda, pues, como conclusión que al comprometernos todos a ser compasivos con los demás, vamos a lograr universalizar valores que ayudarán al mundo a ser cada vez más humano. Por algo Jesús nos recuerda que con la medida con que midamos a los demás, con esa misma se nos medirá a nosotros.

Servicio Bíblico Latinoamericano