lunes, 20 de agosto de 2012

Cómo ganarse la vida eterna


¡Amor y paz!

La gente anda preocupada por ganarse la vida. Esta vida. Trabaja para eso, estudia para eso. Es una lucha diaria por conseguir los que Leo Huberman llamaría ‘Los bienes terrenales del hombre’.

Pero resulta que los creyentes sabemos que hay otra vida. Que hay unos bienes espirituales. Sin embargo, ¿cuántos trabajan a conciencia por ganarse esa otra vida? La cuestión es que la lucha en este caso es más difícil y los efectos no se ven tan claramente. Es una razón por la que muchos abandonan la lucha por los 'bienes espirituales del hombre'. Con todo, como diría el Señor en otro aparte del Evangelio: “¿de qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si arruina su Vida? (Mt 16, 21ss) 

Precisamente un hombre le pregunta a Jesús hoy en el Evangelio qué ha de hacer para conseguir la Vida eterna y el Señor le responde lo que no sólo ya sabe por la ley de Moisés sino que el joven ya ha cumplido. Sin embargo, insiste: ¿Qué me queda por hacer? La respuesta de Jesús deja triste al joven rico. Sus muchas riquezas son como un ancla muy pesada que le impide navegar hacia la perfección.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este lunes de las XX Semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Mateo 19,16-22.
Luego se le acercó un hombre y le preguntó: "Maestro, ¿qué obras buenas debo hacer para conseguir la Vida eterna?". Jesús le dijo: "¿Cómo me preguntas acerca de lo que es bueno? Uno solo es el Bueno. Si quieres entrar en la Vida eterna, cumple los Mandamientos". "¿Cuáles?", preguntó el hombre. Jesús le respondió: "No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, honrarás a tu padre y a tu madre, y amarás a tu prójimo como a ti mismo". El joven dijo: "Todo esto lo he cumplido: ¿qué me queda por hacer?". "Si quieres ser perfecto, le dijo Jesús, ve, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres: así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme". Al oír estas palabras, el joven se retiró entristecido, porque poseía muchos bienes.  
Comentario

El texto nos transmite un diálogo entre Jesús y un muchacho (v.20 y 22) a propósito de la perfección evangélica y el rechazo por parte de este último de asumir las exigencias del seguimiento debido a sus numerosas posesiones.

A partir del episodio se nos quiere poner en guardia sobre el peligro representado por la abundancia de bienes que impiden al corazón humano la aceptación de lo gratuito de la llamada y de la perfección humana.

El muchacho se acerca a Jesús para preguntarle sobre el bien que debe hacer para obtener la vida eterna. Esta pregunta sobre el bien no se plantea en abstracto; se trata en el fondo de la pregunta sobre el ser mismo de Dios, sumo Bien como se desprende del inicio de la respuesta de Jesús. Si Dios es el Bien, para participar con El es necesario adecuarse a su querer expresado en sus mandatos manifestados desde antiguo al pueblo de Israel. 

Ante una búsqueda de determinación de esos mandamientos por parte del joven, Jesús le enumera solamente los mandatos referidos a la relación con el prójimo. Y, como segunda característica sorprendente, coloca los deberes sociales ante que los deberes familiares. Los últimos términos de la respuesta son un resumen condensado en la fórmula “ama a tu prójimo como a ti mismo” (v.19b). 

Oyendo la respuesta, el joven en actitud de discípulo, manifiesta su voluntad de ir más allá de un esclarecimiento intelectual. Intenta obtener de Jesús una regla de vida como acostumbraban transmitir los maestros del tiempo. 

Ante esta profundización de la pregunta, Jesús plantea las exigencias de la “perfección” que el joven, aún inmaduro, debe realizar para alcanzar su plenitud humana. Estas exigencias no pueden ser otras que las ya expresadas precedentemente en el evangelio por Jesús. Aquí se definen en un doble movimiento respecto a los bienes materiales y a Jesús el Dios con nosotros de este evangelio.

Respecto a los bienes materiales se trata de vender y dar a los pobres el producto obtenido. Por consiguiente, se busca hacer salir del círculo estrecho de la codicia que enturbia las relaciones entre los hombres y colocar a éstas en el ámbito de la gracia. Esta vivencia de la gracia posibilita el experimentar a Dios como valedera “riqueza” (v.21), único camino para alcanzar la plenitud humana. 

Respecto a Jesús, la exigencia es una invitación al seguimiento. Esta es la forma concreta detrás de la que andaba en búsqueda el autor de la pregunta. Lamentablemente la invitación no es acogida y en lugar de la plenitud el resultado final es la “tristeza” del rechazo, en lugar del seguimiento la marcha por el propio camino. 

El final del v.22 determina el motivo de ese fracaso. Son las “muchas posesiones” las que impiden al joven dar la respuesta adecuada. Imposibilitado de realizar obras gratuitas, encerrado en el círculo del poseer, no puede experimentar al Dios gratuito ni el camino de Jesús marcado por la gratuidad y el don. 

De esta forma todo cristiano es llamado a reflexionar sobre el camino que se le exige para encontrar la plenitud de su vida y el medio de conseguirla. A cada uno se le advierte el peligro que encierra el afán de posesión si se quiere ir detrás de Jesús y aceptar el don generoso de su Reino.

Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica).