jueves, 31 de marzo de 2011

Nuestra misión: pasar por el mundo haciendo el bien

¡Amor y paz!

El Evangelio de hoy nos hace recordar las palabras del apóstol Pedro, en los Hechos de los Apóstoles, según las cuales: “Dios ungió a Jesús de Nazaret con el Espíritu Santo y con poder, y cómo él pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el Diablo, porque Dios estaba con él” (Hechos  10: 38).

Nosotros hemos sido ungidos y destinados, asimismo, a pasar por la vida haciendo el bien.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este jueves de la Tercera Semana de Cuaresma.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Lucas 11,14-23.
Jesús estaba expulsando a un demonio que era mudo. Apenas salió el demonio, el mudo empezó a hablar. La muchedumbre quedó admirada,  pero algunos de ellos decían: "Este expulsa a los demonios por el poder de Belzebul, el Príncipe de los demonios". Otros, para ponerlo a prueba, exigían de él un signo que viniera del cielo. Jesús, que conocía sus pensamientos, les dijo: "Un reino donde hay luchas internas va a la ruina y sus casas caen una sobre otra. Si Satanás lucha contra sí mismo, ¿cómo podrá subsistir su reino? Porque -como ustedes dicen- yo expulso a los demonios con el poder de Belzebul. Si yo expulso a los demonios con el poder de Belzebul, ¿con qué poder los expulsan los discípulos de ustedes? Por eso, ustedes los tendrán a ellos como jueces. Pero si yo expulso a los demonios con la fuerza del dedo de Dios, quiere decir que el Reino de Dios ha llegado a ustedes. Cuando un hombre fuerte y bien armado hace guardia en su palacio, todas sus posesiones están seguras, pero si viene otro más fuerte que él y lo domina, le quita el arma en la que confiaba y reparte sus bienes. El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama. 
Comentario

Jesús pasa haciendo el bien, curando a los enfermos, liberando al ser humano de esos "demonios" que le oprimen. Y esa expulsión del demonio es para él un signo de la presencia de Dios, de su Reinado: donde Dios comienza a reinar, no hay sitio para los "demonios", desaparece toda opresión. Jesús lo dejó claramente dicho: traer el Reino (¡su misión!) es traer la liberación del ser humano, y viceversa.

Nuestra misión como cristianos -y como simples seres humanos- es ésa pues: pasar, como Jesús, haciendo el bien, curando y sanando, expulsando todo tipo de demonio que oprima a nuestros hermanos. Y eso es hacer presente a Dios, eso es implantar su Reino aquí en el mundo. Si expulsamos los demonios, hacemos realidad el máximo sueño de Jesús: "Venga Tu Reino"... Es la gran misión del ser humano, la misión que Dios nos ha revelado en Jesús, la que con otras palabras Dios ha revelado también a todos los hombres y mujeres que lo escuchan con corazón sincero.

Pero allí ocurrió algo importante: los enemigos "reinterpretaron" esa acción sanadora de Jesús. Dijeron: "Jesús expulsa los demonios por arte de Belzebú...". De golpe, con esa "reinterpretación", ocultaban esa curación que Jesús hacía reduciéndola a un simple acto de magia diabólica... Estaban adjudicando al diablo la acción misma de Jesús. Lo que para él era un síntoma o señal de la acción de Dios, sus enemigos lo presentan como indicio de la acción del demonio. Nos dicen otros evangelistas que Jesús se irritó y dijo que eso era un "pecado contra el Espíritu Santo", cuya suma gravedad expresó diciendo que "no se perdona ni en este mundo ni en el otro"...

"Que venga tu Reino", rezamos todos los días; no sería responsable esa petición si no expresara simultáneamente nuestra voluntad de poner de nuestra parte lo que hace falta para que sean expulsados todos esos "demonios" que oprimen.

Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)

miércoles, 30 de marzo de 2011

“No he venido a abolir la ley sino a darle plenitud”

¡Amor y paz!

Jesús sabe que es el Enviado de Dios para dar cumplimiento, para llevar a su plena vigencia -en su verdadero sentido, en su exigencia siempre válida- la ley del "Antiguo Testamento" (=Ley y Profetas), en la que está contenida la voluntad de Dios. Es el Espíritu quien cambiará el corazón del cristiano, y así, podrá cumplir adecuadamente la voluntad de Dios. (Misa Dominical 1990/06).

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este miércoles de la 3ª. Semana de Cuaresma.

Dios los bendiga.

Evangelio según San Mateo 5,17-19.
No piensen que vine para abolir la Ley o los Profetas: yo no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Les aseguro que no desaparecerá ni una i ni una coma de la Ley, antes que desaparezcan el cielo y la tierra, hasta que todo se realice. El que no cumpla el más pequeño de estos mandamientos, y enseñe a los otros a hacer lo mismo, será considerado el menor en el Reino de los Cielos. En cambio, el que los cumpla y enseñe, será considerado grande en el Reino de los Cielos. 
Comentario

Esta es una perícopa llena de esperanza para la humanidad, ya que Jesús explica el sentido de su presencia: ha venido al mundo a hacer realidad la Ley y lo dicho por los profetas. Jesús, con estas palabras, reconoce el trabajo de las generaciones anteriores y le da validez. El no parte de cero, como si la humanidad no hubiera hecho nada valioso hasta el presente. También la Ley tiene elementos de Reino y en la medida en que se cumplan esos elementos, se participa en el Reino que él propone. El Pentateuco, la verdadera Ley, contiene en parte los grandes sueños de la humanidad: el paraíso como proyecto, la posesión de una tierra, la promesa de una familia, el fin de la opresión, la conquista de la libertad, la distribución justa de la tierra... todos proyectos humanos en los que se siente la presencia de Dios.

Jesús es la más clara manifestación del apoyo de Dios a las utopías humanas -que son también divinas- porque fue Él quien las sembró en el corazón de la humanidad. Hubo un tiempo en que el pueblo israelita deseó vivir en una nueva sociedad, sin egoísmos, en fraternidad e igualdad. Y aunque sus instintos lo dominaron y lo alejaron de sus sueños, quedó la esperanza de su realización y se vislumbró que era posible una alternativa de nueva sociedad.

Jesús lo confirma ahora no sólo con sus palabras, sino con sus hechos: condena las estructuras sociales de su tiempo que, por tener como valores supremos el individualismo y la ambición, matan toda utopía social. La ley está escrita, los profetas señalaron el camino, y el ser humano, acercándose y alejándose del mismo, sigue soñando con un mundo más justo... Pese a todas las dificultades, podemos estar seguros de esto: no estamos solos en este sueño. Jesús manifestó su deseo de acompañarnos, pues él tuvo un sueño mayor: creyó que con él comenzaba a hacerse posible el sueño primitivo del Antiguo Testamento: una sociedad igualitaria, solidaria, fraterna.

Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica).

martes, 29 de marzo de 2011

El cristiano debe romper la espiral de venganza

¡Amor y paz!

El perdón es una categoría fundamental y radical en el Evangelio y es propuesto por Jesús, para sus seguidores, como un elemento constitutivo de la calidad de sus relaciones, las que deben darse entre hermanos.

Perdonando el pasado doloroso se construye un futuro esperanzador. Se trata de una actitud positiva, optimista. De esta manera, perdonando, se le dice no al mal, porque debemos derrotar el mal a fuerza de bien.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este martes de la 3ª. Semana de Cuaresma.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Mateo 18,21-35. 
Entonces se adelantó Pedro y le dijo: "Señor, ¿cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano las ofensas que me haga? ¿Hasta siete veces?". Jesús le respondió: "No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Por eso, el Reino de los Cielos se parece a un rey que quiso arreglar las cuentas con sus servidores. Comenzada la tarea, le presentaron a uno que debía diez mil talentos. Como no podía pagar, el rey mandó que fuera vendido junto con su mujer, sus hijos y todo lo que tenía, para saldar la deuda. El servidor se arrojó a sus pies, diciéndole: "Señor, dame un plazo y te pagaré todo". El rey se compadeció, lo dejó ir y, además, le perdonó la deuda. Al salir, este servidor encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, tomándolo del cuello hasta ahogarlo, le dijo: 'Págame lo que me debes'. El otro se arrojó a sus pies y le suplicó: 'Dame un plazo y te pagaré la deuda'. Pero él no quiso, sino que lo hizo poner en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Los demás servidores, al ver lo que había sucedido, se apenaron mucho y fueron a contarlo a su señor. Este lo mandó llamar y le dijo: '¡Miserable! Me suplicaste, y te perdoné la deuda. ¿No debías también tú tener compasión de tu compañero, como yo me compadecí de ti?'. E indignado, el rey lo entregó en manos de los verdugos hasta que pagara todo lo que debía. Lo mismo hará también mi Padre celestial con ustedes, si no perdonan de corazón a sus hermanos".
Comentario
La cuantificación y el esquema lógico que Pedro quiere hacer del perdón es refutado inmediatamente por Jesús, quien le hace caer en cuenta de que el perdón revela la calidad humana de quien lo concede, calidad que se logra en la medida en que se asemeje al obrar del Padre Celestial. Por lo tanto no son contables las veces en las cuales se deba conceder el perdón. De la misma manera que el Padre no se cansa de otorgarnos su perdón, así debería actuar cada uno de nosotros con su hermano.

El método que para enseñar usa aquí Jesús es el mismo de sus grandes enseñanzas: el de la parábola. Su experiencia de sentirse amado y reconciliado con el Padre y de sentir la necesidad de trasladar este perdón o reconciliación a la sociedad humana, lo lleva a crear esta parábola en la que queda claro la ilogicidad de quien no quiere perdonar. ¿Cómo es posible que no sepamos perdonar a quien nos ofende, cuando el Padre Celestial nos perdona a diario mil veces más? ¿No son nuestras mutuas ofensas humanas algo pequeñito en comparación de nuestras ofensas para con Dios? Quien no sea capaz de perdonar a su hermano, sencillamente, no merece el perdón de Dios.

A la gente de su tiempo y de nuestro tiempo Jesús no se cansa de reiterar que el advenimiento del Reino será de manera distinta a lo visto hasta entonces en el proceder humano. El Reino de Dios, por ser un acto de gracia o de amor gratuito, parte de la reconciliación. Como lo hace Dios, hay que acoger a todos los seres humanos, sin importar cuán pecadores sean. El Reino acontece allí donde acontezca el amor gratuito, el perdón. Por eso su acontecer es sencillamente la presencia tangible de la misericordia. Mientras el mundo no rompa con el perdón el espiral de la venganza, no hará habitable la tierra. La llenará de odio y de violencia. Es una obligación perdonar y ser compasivos para con los hermanos, en agradecimiento a Dios, que lo fue con nosotros.

Servicio Bíblico Latinoamericano

lunes, 28 de marzo de 2011

Acojamos a Cristo y reconozcamos las llamadas de Dios

¡Amor y paz!

En el evangelio de hoy, Jesús subraya que es mal acogido en su propio país, y recuerda que ya en el Antiguo Testamento, ciertos paganos, como la viuda de Sarepta y Naamán, el Sirio, habían recibido gracias singulares de Dios.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este lunes de la 3ª. Semana de Cuaresma.

Dios los bendiga…-

Evangelio según San Lucas 4,24-30.
Después agregó: "Les aseguro que ningún profeta es bien recibido en su tierra. Yo les aseguro que había muchas viudas en Israel en el tiempo de Elías, cuando durante tres años y seis meses no hubo lluvia del cielo y el hambre azotó a todo el país. Sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta, en el país de Sidón. También había muchos leprosos en Israel, en el tiempo del profeta Eliseo, pero ninguno de ellos fue curado, sino Naamán, el sirio". Al oír estas palabras, todos los que estaban en la sinagoga se enfurecieron y, levantándose, lo empujaron fuera de la ciudad, hasta un lugar escarpado de la colina sobre la que se levantaba la ciudad, con intención de despeñarlo. Pero Jesús, pasando en medio de ellos, continuó su camino. 
Comentario

-Jesús había regresado a Nazaret, y en la sinagoga dijo:

"Ningún profeta es bien recibido en su patria".

Me imagino esta escena lo más concretamente posible: Jesús está en su pueblo, todo el mundo le conoce o cree conocerle; por su parte da los "buenos días" a cada uno y pregunta por sus familias. Todo se sitúa al más simple nivel de la vida humana familiar: es el carpintero del país, el que ha ido creciendo entre los otros adolescentes del pueblo, es aquel de quien se conocen todos los ascendientes, sus primos, sus primas.

Evidentemente, se sabe también que partió, hace ya algún tiempo; que recorre la comarca, que comenta la Biblia de un modo nuevo, original, diferente del modo habitual de los escribas... y que además ¡hace milagros! ¿No sería un "profeta", un "hombre de Dios" como tantos se han visto en la historia de nuestro pueblo? ¿Quizás es un "santo", un "enviado" de Dios? Pero todo lo que se sabe de él, humanamente desorienta; se le conoce demasiado... o no suficientemente.

Así sucede también en nuestras vidas. No siempre sabemos ir más allá de las apariencias que nos esconden el misterio.

Miro detenidamente mi vida desde este ángulo, para descubrir lo que se esconde detrás de mis relaciones humanas tan sencillas aparentemente.

-En verdad os digo: Había muchas viudas en tiempo de Elías, cuando se cerró el cielo y sobrevino una gran hambre...

Había muchos leprosos en tiempo de Eliseo...

Las llamadas de Dios suelen ser siempre así, en la vida cotidiana, banal de los hombres: una pobre viuda que espera socorro... una gran hambre... un leproso... hermanos nuestros necesitados... ¿Y a mi alrededor, en este momento, en el día de hoy?

-En Israel... En el país de Sidón... En Sarepta...

Jesús opone netamente "los países judíos, donde no pasa nada, donde Dios no puede actuar, según parece...; a los "países paganos" en los que la gracia de Dios y sus beneficios están actuando...

Ningún profeta es bien recibido en su patria. Jesús lee y comenta la Biblia. Quizá acababa de leer el pasaje del Libro de los Reyes. Esa primera lectura del día, que precisamente cuenta la curación de un leproso por Eliseo. En su sermón Jesús aplica ese pasaje a la actualidad y comenta: esta Palabra de Dios se aplica hoy y aquí... se refiere a vosotros, a los que en este momento estáis escuchándome en esta sinagoga, en Nazaret.

¿Y yo, en este momento? Como los habitantes de Nazaret ¿tiendo a apoyarme en mi pasado, a creer que una cierta familiaridad contigo por las gracias recibidas, por el hecho de pertenecer a la Iglesia... me dan un derecho, un privilegio? Los compatriotas de Jesús hubieran querido sacar ventaja al hecho de ser sus paisanos, sus vecinos.

-Eliseo limpió no a un leproso de Israel, sino a Naamán, el sirio.

Jesús da a entender claramente que los beneficios de Dios no están reservados exclusivamente al pueblo -escogido-, primero, a Israel. La Iglesia se va perfilando: una Iglesia misionera, enviada a todos. Dios ama a los paganos, a los gentiles. Ayúdanos, Señor, a saber darnos cuenta de la "fe inicial" de los paganos, de sus pasos hacia ti.

Me detengo a considerar a mi alrededor, a todos los que aparentemente te ignoran, Señor... a todos los que parecen rehusarte... Tú les amas, Señor.
Ayúdanos a descubrir, a reconocer tu presencia a través de sus comportamientos.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 1
EVANG. DE ADVIENTO A PENTECOSTES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1984.Pág. 130 s.

domingo, 27 de marzo de 2011

Dejémonos confrontar por la Palabra de Dios

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio en este 3er Domingo de Cuaresma.

Dios los bendiga…

Del santo Evangelio según San Juan 4,5-42:

En aquel tiempo, llegó Jesús a un pueblo de Samaria llamado Sicar, cerca del campo que dio Jacob a su hijo José: allí estaba el manantial de Jacob.
Jesús, cansado del camino, estaba allí sentado junto al manantial.Era alrededor del mediodía.Llega una mujer de Samaría a sacar agua, y Jesús le dice:-Dame de beber.Sus discípulos se habían ido al pueblo a comprar comida.La Samaritana le dice:-¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana? (porque los judíos no se tratan con los samaritanos.Jesús le contestó:-Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, le pedirías tú, y él te daría agua viva.La mujer le dice:-Señor, si no tienes cubo y el pozo es hondo, ¿de dónde sacas el agua viva?; ¿eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados?Jesús le contesta:-El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré, nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna.La mujer le dice:-Señor, dame esa agua: así no tendré más sed, ni tendré que venir aquí a sacarla.Él le dice:-Anda, llama a tu marido y vuelve.La mujer le contesta:-No tengo marido.Jesús le dice:-Tienes razón, que no tienes marido: has tenido ya cinco y el de ahora no es tu marido. En eso has dicho la verdad.La mujer le dice:
-Señor, veo que tú eres un profeta. Nuestros padres dieron culto en este monte, y vosotros decís que el sitio donde se debe dar culto está en Jerusalén.Jesús le dice:-Créeme, mujer: se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén daréis culto al Padre. Vosotros dais culto a uno que no conocéis; nosotros adoramos a uno que conocemos, porque la salvación viene de los judíos.Pero se acerca la hora, ya está aquí, en que los que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en espíritu y verdad, porque el Padre desea que le den culto así. Dios es espíritu, y los que le dan culto deben hacerlo en espíritu y verdad.La mujer le dice:-Sé que va a venir el Mesías, el Cristo; cuando venga él nos lo dirá todo.Jesús le dice:-Soy yo: el que habla contigo.[En esto llegaron sus discípulos y se extrañaban de que estuviera hablando con una mujer, aunque ninguno le dijo: «¿Qué le preguntas o de qué le hablas?»La mujer, entonces, dejó su cántaro, se fue al pueblo y dijo a la gente:-Venid a ver un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho: ¿será éste el Mesías?Salieron del pueblo y se pusieron en camino adonde estaba él.Mientras tanto sus discípulos le insistían:-Maestro, come.El les dijo:-Yo tengo por comida un alimento que vosotros no conocéis.Los discípulos comentaban entre ellos:-¿Le habrá traído alguien de comer?Jesús les dijo:-Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y llevar a término su obra. ¿No decís vosotros que faltan todavía cuatro meses para la cosecha? Yo os digo esto: Levantad los ojos y. contemplad los campos, que están ya dorados para la siega; el segador ya está recibiendo salario y almacenando fruto para la vida eterna: y así se alegran lo mismo sembrador y segador.Con todo, tiene razón el proverbio «Uno siembra y otro siega». Yo os envié a segar lo que no habéis sudado. Otros sudaron y vosotros recogéis el fruto de sus sudores.]En aquel pueblo muchos samaritanos creyeron en él [por el testimonio que había dado la mujer: «Me ha dicho todo lo que he hecho.»]Así, cuando llegaron a verlo los samaritanos, le rogaban que se quedara con ellos. Y se quedó dos días. Todavía creyeron muchos más por su predicación, y decían a la mujer:-Ya no creemos por lo que tú dices, nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es de verdad el Salvador del mundo.
 Comentario

En medio de una noche oscura como la boca de un lobo, el Capitán del barco reconoció a lo lejos la luz de otra embarcación que venía directamente hacia ellos. En seguida dio una orden al telegrafista. Ordénele a esa embarcación que cambie su rumbo diez grados a estribor. Un momento después llega un mensaje a la cabina del Capitán: “Ustedes deben cambiar su rumbo diez grados a babor”. El Capitán pide que el mensaje esta vez sea más explícito: “Soy el Capitán Baquero, le ordeno que gire su rumbo diez grados a estribor”. Mientras pasa todo esto, la luz se va acercando de manera rápida y peligrosa. Se recibe un nuevo mensaje en la cabina: “Soy el marinero Barragán. Le sugiero que gire su rumbo diez grados a babor”. El Capitán muy contrariado y viendo que la luz ya está demasiado cerca envía una última advertencia: “Estoy al mando de un buque de guerra. Modifique su rumbo diez grados a estribor o no respondo por lo que pueda pasar”. La respuesta que llega los deja a todos estupefactos: “Modifique su rumbo diez grados a babor. Tampoco respondo por lo que pueda pasar. Estoy al mando de un faro. Usted verá”.

La samaritana que llega a mediodía al pozo de Jacob, a las afueras de Sicar, en busca de agua, se encuentra, sorpresivamente, con que un judío, con rostro cansado, le pide de beber. “Jesús, cansado del camino, se sentó junto al pozo. Era cerca del mediodía. Los discípulos habían ido al pueblo a comprar algo de comer. En eso, una mujer de Samaria llegó al pozo a sacar agua, y Jesús le dijo: – Dame un poco de agua”. La sorpresa aumenta cuando este atrevido personaje le termina ofreciendo agua viva sin tener si quiera un balde y una soga para sacar una gotas de agua del profundo pozo. “Jesús le contestó: – Si supieras lo que Dios da y quién es el que te está pidiendo agua, tú le pedirías a él, y él te daría agua viva”. Pero, sin duda, las sorpresas apenas comenzaban, pues más tarde se sintió confrontada con la verdad de su vida. “Jesús le dijo: – Ve a llamar a tu marido y vuelve acá. La mujer le contestó: – No tengo marido. Jesús le dijo: – Bien dices que no tienes marido; porque has tenido cinco maridos, y el que ahora tienes, no es tu marido. Es cierto lo que has dicho”.

Muchas veces salimos al encuentro de los demás revestidos con nuestras armaduras para defendernos y no dejar entrar a los otros en nuestra vida. Pero es frecuente que nos tropecemos con la sorpresa de descubrirnos vulnerables y nos veamos obligados a cambiar nuestro rumbo para abrirnos a nuestra propia verdad. Es lo que le pasó al capitán del barco con el que comenzamos esta reflexión. Se sentía seguro y fuerte, pero tuvo que dejar a un lado su propio camino, porque estaba navegando hacia su propia destrucción. Algo parecido pasa cuando nos encontramos con la Palabra de Dios; ella nos confronta y nos ayuda a descubrir nuestra propia verdad. “Porque la Palabra de Dios tiene vida y poder. Es más cortante que cualquier espada de dos filos y penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta lo más íntimo de la persona; y somete a juicio los pensamientos y las intenciones del corazón” (Hebreos 4,12).
Este tiempo de Cuaresma nos invita a revisar nuestros caminos y corregir nuestro rumbo. Como la samaritana, El encuentro con Jesús pone en evidencia el camino equivocado que estamos siguiendo, al dejarnos guiar solamente por nuestros criterios.

Hermann Rodríguez Osorio, S.J.*
* Sacerdote jesuita, Decano académico de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana – Bogotá

sábado, 26 de marzo de 2011

¡Dejémonos amar por Dios!

¡Amor y paz!

El Evangelio nos trae hoy la parábola del hijo pródigo, que presenta toda la riqueza del amor y de la misericordia de Dios: el Padre está siempre dispuesto a acoger sin reservas a todos los hombres que quieran ponerse en sus manos. 

Sólo existe una barrera que impide este amor de Dios: creer que somos autosuficientes, que somos capaces de salvarnos nosotros solos. (Misa Dominical 1990/06).

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este Sábado de la 2ª. semana de Cuaresma.

Dios los bendiga..

Evangelio según San Lucas 15,1-3.11-32.
Todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo. Los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: "Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos". Jesús les dijo entonces esta parábola: Jesús dijo también: "Un hombre tenía dos hijos. El menor de ellos dijo a su padre: 'Padre, dame la parte de herencia que me corresponde'. Y el padre les repartió sus bienes.Pocos días después, el hijo menor recogió todo lo que tenía y se fue a un país lejano, donde malgastó sus bienes en una vida licenciosa. Ya había gastado todo, cuando sobrevino mucha miseria en aquel país, y comenzó a sufrir privaciones. Entonces se puso al servicio de uno de los habitantes de esa región, que lo envió a su campo para cuidar cerdos. El hubiera deseado calmar su hambre con las bellotas que comían los cerdos, pero nadie se las daba. Entonces recapacitó y dijo: '¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, y yo estoy aquí muriéndome de hambre! Ahora mismo iré a la casa de mi padre y le diré: Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros'. Entonces partió y volvió a la casa de su padre. Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió profundamente; corrió a su encuentro, lo abrazó y lo besó. El joven le dijo: 'Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; no merezco ser llamado hijo tuyo'. Pero el padre dijo a sus servidores: 'Traigan en seguida la mejor ropa y vístanlo, pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies. Traigan el ternero engordado y mátenlo. Comamos y festejemos, porque mi hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y fue encontrado'. Y comenzó la fiesta. El hijo mayor estaba en el campo. Al volver, ya cerca de la casa, oyó la música y los coros que acompañaban la danza. Y llamando a uno de los sirvientes, le preguntó que significaba eso. El le respondió: 'Tu hermano ha regresado, y tu padre hizo matar el ternero engordado, porque lo ha recobrado sano y salvo'. El se enojó y no quiso entrar. Su padre salió para rogarle que entrara, pero él le respondió: 'Hace tantos años que te sirvo sin haber desobedecido jamás ni una sola de tus órdenes, y nunca me diste un cabrito para hacer una fiesta con mis amigos. ¡Y ahora que ese hijo tuyo ha vuelto, después de haber gastado tus bienes con mujeres, haces matar para él el ternero engordado!'. Pero el padre le dijo: 'Hijo mío, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo. Es justo que haya fiesta y alegría, porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado'".
 Comentario

Dejarse amar por Dios.

-Se acercaban a Jesús todos los publicanos y pecadores para oírle.
Los fariseos y los escribas murmuraban: "Este acoge a los pecadores y come 
con ellos."

Una revelación esencial de Dios.

La parábola del hijo perdido y encontrado... por su padre.

La parábola del Padre que no desespera jamás de sus hijos.

Habitualmente llamada: la parábola del "hijo pródigo".

Pero es el "padre", y no el hijo, el que constituye el centro de la parábola. 

Contemplemos a nuestro Dios, que Jesús nos revela aquí.

-Un hombre tenía dos hijos. El más joven dijo a su padre:

"Dame la parte de hacienda que me corresponde." El padre les dividió la hacienda.

Un padre amoroso, respetuoso de la libertad y de la autonomía de sus dos hijos. Con la muerte en el alma deja partir al menor; pero con la esperanza de que será adulto algún día y comprenderá el amor de su padre.

Un hijo disconforme, que quiere vivir su vida, que rehúsa el estar sometido, que cree que será más libre si está totalmente independizado. Es una rebelión típica de nuestro tiempo y de todos los tiempos: "el rechazo del padre"... el rechazo de Dios. Característica del mundo moderno. Fenómeno global del ateísmo.

-Disipó su hacienda en una vida disoluta... y conoció la miseria.

El pecado siempre se presenta primero como agradable, atrayente, seductor. El Maligno es suficientemente hábil para de momento, disimular su "juego". Vivir su libertad, reivindicar su autonomía... es positivo bajo un cierto aspecto. Eres Tú, Señor, quien nos has dado esta sed de libertad.

Haz que seamos más lúcidos, Señor.

Ayúdanos a detectar lo que es una verdadera dilatación del espíritu, de lo que corre el peligro de acabar en decrepitud.

-Se levantó y partió hacia su padre: "Padre, he pecado contra el cielo y contra ti.

Danos, Señor, este valor... saber reconocer nuestro mal y tomar la postura eficaz para probar que es verdadera nuestra decisión.

-Cuando aún estaba lejos, vióle el padre, y compadecido, corrió a él y se arrojó a su cuello... mandó que le trajeran la más bella túnica, un anillo, unas sandalias... hizo preparar un festín.

Es así como el padre acoge al hijo "rebelde".

Incansablemente, leo y vuelvo a leer estas palabras. Eres Tú, Jesús, quien ha inventado este relato. Eres Tú quien ha acumulado todos esos detalles del retorno del hijo pródigo.

Escucho tu voz. Trato de imaginar las inflexiones de tu voz cuando decías esto por primera vez. Querías darnos a entender algo muy importante.

¿Cómo reaccionaron tus oyentes? ¿Qué hicieron después de haberlo oído? 

¿Vinieron a confiarte sus pecados? ¿Oíste confesiones, Señor? ¿Qué confidencias te hicieron? Los "hijos pródigos" de Dios comprendieron delante de quién se encontraban, y ¡cuán grande era su suerte de tener tal Padre!

-Hijo mío, todo lo mío es tuyo.

Fórmula de amor. Y el padre se ve obligado a decirla también al hijo mayor quien, aparentemente, se había quedado "en la casa", ¡pero que tampoco había comprendido gran cosa del amor que su padre le tiene! El menor, precisamente a causa de su pecado, y de su vida lejos del hogar... y a causa también del perdón que acaba de recibir, comprenderá mejor ahora ¡cómo y cuánto es amado! ¡Gracias!

Noel Quesson
Palabra de Dios para cada día 1
Evang. de Adviento a Pentecostés
Edit. Claret/Barcelona 1984.Pág. 128 s.

viernes, 25 de marzo de 2011

El Hijo de Dios se ha hecho carne

¡Amor y paz!

Celebramos hoy la acción misericordiosa de Dios en favor de su pueblo y la generosidad de una joven humilde y creyente que con su SÍ a los planes divinos colaboró en la salvación de la humanidad.

Se comprende mejor, entonces, que Dios “ha escogido lo débil del mundo, para confundir lo fuerte” (1Cor 1,26).

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este viernes de en que la Iglesia celebra la solemnidad de la Anunciación del Señor y que nos prepara para el Nacimiento de Jesús que celebraremos dentro de 9 meses.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Lucas 1,26-38. 
En el sexto mes, el Ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María. El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: "¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo". Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo.  Pero el Ángel  le dijo: "No temas, María, porque Dios te ha favorecido.  Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin". María dijo al Ángel: "¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?". El Ángel le respondió: "El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios". María dijo entonces: "Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho". Y el Ángel se alejó. 
Comentario

Para entender adecuadamente el relato de la anunciación a María de la encarnación de Dios en su vientre, tenemos que enfrentar el "género literario" llamado "anunciaciones". En la Biblia se dan muchas anunciaciones y todas consisten fundamentalmente en esto: presencia gratuita de Dios en medio de su pueblo y anulación de los reparos que presenta el ser humano para la realización del proyecto de Dios. Por eso se suele hablar de esterilidad, de miedo, de otros compromisos, etc. Toda anunciación, por consiguiente, debe ser colocada en un género literario lleno de simbolismos que hay que saber leer para no tomarlos al pie de la letra. (Sobre los géneros literarios: Concilio Vaticano II, Constitución Dogmática sobre la Divina Revelación, nº 12, §2).

Por lo mismo, lo fundamental del relato de la anunciación es que Dios se hizo presente de una manera gratuita, amorosa, sin méritos de nadie. Tan importante como esto, es la ruptura que Dios hizo de las imposibilidades humanas que impedían su encarnación. Y lo grande de María fue su fe en la Palabra, fe que la llevó a superar sus limitaciones culturales de mujer y de doncella campesina en una región marginada del poder central judío. En María aparece el temor, no así la desconfianza; y las dificultades que le presenta al ángel quedan resueltas, sin que llegue a lesionarse su condición humana. Llegar a disminuir la condición humana de María para agrandar el misterio, disminuiría la realidad humana de su Hijo y quedaría afectada toda la encarnación.

Por eso a nosotros nos toca leer a fondo el relato de la anunciación, ver la profundidad de sus símbolos, para entender todo lo que Dios simbólicamente nos revela. Si la encarnación de Dios en la historia es lo más divino que pueda acontecer en razón de su origen, es también lo más humano en razón de su término. Nuestra fe tendrá aquí siempre el desafío de salvar lo divino de Dios sin destruir lo humano de la historia. Sólo así la encarnación mantiene su valor de redención.

Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica).

jueves, 24 de marzo de 2011

Nadie es tan pobre que no pueda dar amor

¡Amor y paz!

En el Evangelio de hoy, el rico personifica a los que no se dejan interpelar por el otro, a los que cierran sus entrañas al dolor del otro. El pobre, por el contrario, es la persona por la cual Dios ha hecho una opción y ante la cual nos tenemos que confrontar todos.

Sólo los que abren sus entrañas y comparten lo que tienen con los pobres y necesitados tendrán un sitio junto a Dios.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este Jueves de la 2ª. Semana de Cuaresma.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Lucas 16,19-31.
Había un hombre rico que se vestía de púrpura y lino finísimo y cada día hacía espléndidos banquetes. A su puerta, cubierto de llagas, yacía un pobre llamado Lázaro, que ansiaba saciarse con lo que caía de la mesa del rico; y hasta los perros iban a lamer sus llagas. El pobre murió y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. El rico también murió y fue sepultado. En la morada de los muertos, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él. Entonces exclamó: 'Padre Abraham, ten piedad de mí y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en el agua y refresque mi lengua, porque estas llamas me atormentan'. 'Hijo mío, respondió Abraham, recuerda que has recibido tus bienes en vida y Lázaro, en cambio, recibió males; ahora él encuentra aquí su consuelo, y tú, el tormento. Además, entre ustedes y nosotros se abre un gran abismo. De manera que los que quieren pasar de aquí hasta allí no pueden hacerlo, y tampoco se puede pasar de allí hasta aquí'. El rico contestó: 'Te ruego entonces, padre, que envíes a Lázaro a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos: que él los prevenga, no sea que ellos también caigan en este lugar de tormento'. Abraham respondió: 'Tienen a Moisés y a los Profetas; que los escuchen'. 'No, padre Abraham, insistió el rico. Pero si alguno de los muertos va a verlos, se arrepentirán'. Pero Abraham respondió: 'Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, aunque resucite alguno de entre los muertos, tampoco se convencerán'". 
Comentario

Tratar de vivir como “rico Epulón”, rodeado de placeres y dinero en esta vida, y esperar que “en el más allá” nos hayan reservado y nos sirvan placeres nuevos, es pretender burlarse de Dios, de sus juicios, de sus hijos, de la vida misma.

No seamos fantasiosos egoístas. Pensemos seriamente que hemos de programar horas del discernimiento para revisar lo que hacemos día a día. Y a la hora de tomar opciones radicales veremos que la balanza se inclina o por elegir y comprometerse a vivir con Cristo en nuestra historia personal o actuar de forma que renunciamos a Él rindiéndonos a la atracción de otros imanes poderosos.

Es decir, o decidimos ser hombres cargados de interioridad, limpia, espiritual, o sucumbimos a las pasiones y caprichos del hombre exterior, carnal, egoísta, autosuficiente. Si el primer tipo de hombre se llama Lázaro, el segundo toma el nombre de Epulón.

Si nos atenemos al lenguaje, dimensión y actitud mística de Teresa de Calcuta, según venimos haciéndolo, Epulón y Lázaro son dos extremos.

Uno, Epulón, es  extremo de materialista, egocéntrico, falto de horizonte espiritual, insensible a personas de su contorno, cerrado a gestos de gratuidad que le vinculen con los necesitados.

El otro, Lázaro, es el extremo del desposeimiento de sí mismo, del verdadero pobre de espíritu que pone su riqueza en hacer ricos a los demás, no materialmente sino

-dando unos minutos al servicio de caridad, solidaridad, afecto, animación, cuando para sí mismo no lo tiene;

-dando ánimo a quien se siente turbado, cuando él mismo amanece desanimado...

Señor, en nuestras manos está –porque tu gracia nunca nos falta- elegir un tipo de vida que sea digno o innoble, desprendido y solidario o tercamente egoísta y manipulador, alegre en el servicio o triste y envilecido porque nos duele el bien de los demás. Ven a nosotros, como a Pablo camino de Damasco, y derríbanos con tu luz. Amén.

Dominicos 2003

miércoles, 23 de marzo de 2011

Jesús no vino a que le sirvieran, sino a dar su vida por muchos

¡Amor y paz!

El misterio de la pasión, muerte y resurrección de Jesús es el cumplimiento decisivo de su misión en el mundo. El evangelio subraya hoy, después del anuncio de la Pasión, la importancia de que el Señor sea imitado. El que quiera ser grande en el Reino ha de aceptar el último lugar entre los discípulos, tal como Jesús, el Hijo del hombre, que da la vida como siervo del mundo.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este miércoles de la segunda semana de Cuaresma.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Mateo 20,17-28.
Cuando Jesús se dispuso a subir a Jerusalén, llevó consigo sólo a los Doce, y en el camino les dijo: "Ahora subimos a Jerusalén, donde el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas. Ellos lo condenarán a muerte y lo entregarán a los paganos para que sea maltratado, azotado y crucificado, pero al tercer día resucitará". Entonces la madre de los hijos de Zebedeo se acercó a Jesús, junto con sus hijos, y se postró ante él para pedirle algo. "¿Qué quieres?", le preguntó Jesús. Ella le dijo: "Manda que mis dos hijos se sienten en tu Reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda". "No saben lo que piden", respondió Jesús. "¿Pueden beber el cáliz que yo beberé?". "Podemos", le respondieron. "Está bien, les dijo Jesús, ustedes beberán mi cáliz. En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes se los ha destinado mi Padre". Al oír esto, los otros diez se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús los llamó y les dijo: "Ustedes saben que los jefes de las naciones dominan sobre ellas y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero que se haga su esclavo: como el Hijo del hombre, que no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud". 
Comentario

Jesús «iba subiendo a Jerusalén»: iba a cumplir su misión, aunque fuera a costar. Iba a ser entregado y condenado, a morir por la humanidad y a resucitar. Este es el tercero de los anuncios que hace de su pasión a sus asustados discípulos, que no entienden o no quieren entender. «El Hijo del hombre ha venido a dar su vida por muchos». Ellos siguen a Jesús como al Mesías, pero no entra en su cabeza que el estilo de la salvación sea a través de la cruz.

En efecto, basta ver la escena que Mateo cuenta a continuación: la madre de Santiago y Juan pide para sus hijos los puestos de honor. Exactamente lo contrario de lo que Jesús les estaba inculcando. No es de extrañar que los otros diez apóstoles reaccionaran disgustados: pero es porque ellos también querían lo mismo, y esos dos se les habían adelantado.

Los criterios de aquellos apóstoles eran exactamente los criterios de este mundo: el poder, el prestigio, el éxito humano. Mientras que los de Cristo son la entrega de sí mismos, ser servidores de los demás, no precisamente buscando los puestos de honor.

En nuestro camino de preparación de la Pascua se nos propone hoy un modelo soberano: Cristo Jesús, que camina decididamente en el cumplimiento de su misión. Va camino de la cruz y de la muerte, el camino de la solidaridad y de la salvación de todos.

«No he venido a ser servido, sino a dar mi vida por los demás».

Es el camino de todos los que le imitan. Ya antes, Jeremías había sido fiel, a pesar de las dificultades, a lo que Dios pedía de él. Y después, millones de cristianos han seguido el camino de su Maestro hasta la cruz y la vida resucitada.

No nos suele gustar el camino de la subida a la cruz. A Jeremías también le hubiera sido mucho más cómodo renunciar a su fuego interior de profeta y callarse, para volver a su pueblo a divertirse con sus amigos. A Jesús le hubiera ido mucho mejor, humanamente, si no hubiera denunciado con tanta claridad a las clases dirigentes de su tiempo.

A un cristiano le puede parecer que en medio de este mundo es mejor contemporizar y seguir las mismas consignas que todos, en busca del bienestar personal. Pero el camino de la Pascua es camino de vida nueva, de renuncia al mal, de imitación de un Cristo que se entrega totalmente, que nos enseña a no buscar los primeros puestos, sino a ser los servidores de los demás, cosa que en este mundo parece ridícula.

Aquellos discípulos de Jesús que en esta ocasión no habían entendido nada, entre ellos Pedro, madurarán después y no sólo darán valiente testimonio de Jesús a pesar de las persecuciones y las cárceles, sino que todos morirán mártires, entregando su vida por el Maestro.

¿Nos está ayudando la Cuaresma de este año en el camino de imitación de Jesús en su camino a la cruz? ¿O todavía pensamos con mentalidad humana, persiguiendo los éxitos fáciles y el «ser servidos», saliéndonos siempre con la nuestra, sin renunciar nunca a nada de lo que nos apetece? ¿Organizamos nuestra vida según nuestros gustos o según lo que Dios nos está pidiendo?

En la noche de la Vigilia Pascual se nos harán dos preguntas claves, que ya desde ahora debemos ir respondiendo en nuestra actuación concreta: «¿Renunciáis al mal?... ¿Creéis en Dios... en Cristo?». Es el tiempo de las 
opciones.

En la Eucaristía comemos a Cristo Jesús como «el entregado por los demás», como el «pan partido», como el que «ha derramado su sangre por todos». ¿Estamos aprendiendo de él esa actitud de entrega?

J. Aldazábal
Enséñame tus caminos 2
La Cuaresma día tras día
Barcelona 1997. Pág. 49-52
www.mercaba.org