lunes, 2 de noviembre de 2009

AL FINAL, TODOS PRESENTAREMOS EXAMEN DE ‘AMOR’

¡Amor y paz!

Los invito a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este Lunes de la 31ª. semana del Tiempo Ordinario, cuando celebramos la conmemoración de Todos los Fieles Difuntos.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Mateo 25,31-46.

Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso. Todas las naciones serán reunidas en su presencia, y él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos, y pondrá a aquellas a su derecha y a estos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: 'Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo, porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver'.

Los justos le responderán: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos; desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?'. Y el Rey les responderá: 'Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo'.

Luego dirá a los de su izquierda: 'Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego eterno que fue preparado para el demonio y sus ángeles, porque tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber; estaba de paso, y no me alojaron; desnudo, y no me vistieron; enfermo y preso, y no me visitaron'. Estos, a su vez, le preguntarán: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de paso o desnudo, enfermo o preso, y no te hemos socorrido?'. Y él les responderá: 'Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo'. Estos irán al castigo eterno, y los justos a la Vida eterna".


COMENTARIO

Ante ti están la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Elige la vida y vivirán tú y tu descendencia (Dt. 30, 19).

En la vida hemos de tener un momento de gran seriedad para con nosotros mismos para poder elegir, con la mayor claridad posible, nuestro comportamiento moral, consecuencia de nuestra decisión de fe y de amor a Cristo Jesús.

Si nosotros pensamos que nuestra fe y nuestro amor activo hacia Cristo tienen como meta final el culto y no tiene injerencia alguna en la vida ordinaria, en el trato con los demás, nos hemos equivocado. Con una visión así acerca de la fe probablemente seamos muy puntuales en acudir al culto y en orar personalmente; pero al volver a nuestra vida ordinaria llevaremos los ojos y los oídos cerrados para evitar ver el sufrimiento de los pobres y desvalidos, y evitar escuchar los reclamos de quienes viven desprotegidos.

Con el Evangelio de este día el Señor nos hace ver que el culto que le tributamos a Él, el amor que decimos tenerle mientras no se concrete en dar de comer al hambriento, de beber al sediento, de vestir al desnudo, de hospedar al forastero, de asistir al enfermo, de visitar al encarcelado, será un amor que le honrará, sí con los labios, mientras nuestro corazón estaría lejos de Él.

Ciertamente al final del tiempo seremos juzgados en el amor, en el amor a Dios concretado en el amor al prójimo; pues quien dice que ama a Dios a quien no ve y desprecia a su prójimo a quien sí ve, es un mentiroso.

Que la opción fundamental que le dé sentido a toda nuestra vida, como un canto firme en torno al cual se entreteja toda nuestra existencia, sea el amor a Dios hecho amor concreto hacia nuestro prójimo, de un modo preferencial hacia quienes necesitan de un signo de Cristo Salvador, Misericordioso y Compasivo entre ellos.

Que en nuestro amor no actuemos sirviendo por miedo a que si no lo hacemos seríamos condenados, sino porque al poseer la Vida y el Espíritu de Dios en nosotros seamos congruentes con nuestra fe, y dejemos que el Espíritu de Dios transforme nuestra existencia en un testimonio vivo del Señor que, sin importarle nuestras rebeldías, se hizo Dios-con-nosotros para socorrer a los pobres y salvar a los culpables.

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