sábado, 12 de octubre de 2013

"Felices los que escuchan la Palabra de Dios y la practican"

¡Amor y paz!

Ayer oía Jesús unos improperios por parte de sus enemigos. Hoy, un piropo amable por parte de una buena mujer.

Jesús aprovecha esta alabanza para dedicar, a su vez, una bienaventuranza a "los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen". Con lo cual, ciertamente, no está desautorizando a su madre: al contrario, está diciendo que su mayor mérito fue que creyó en la Palabra que Dios le había dirigido a través del ángel. El evangelista Lucas, que es el que más habla de María, la está poniendo aquí, en cierto modo, como el modelo de los creyentes, ya que ella tomó como consigna de su vida aquel feliz propósito: "hágase en mí según tu Palabra".

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este sábado de la semana XXVII del tiempo ordinario.

Dios los bendiga..

Evangelio según San Lucas 11,27-28. 
Cuando Jesús terminó de hablar, una mujer levantó la voz en medio de la multitud y le dijo: "¡Feliz el seno que te llevó y los pechos que te amamantaron!". Jesús le respondió: "Felices más bien los que escuchan la Palabra de Dios y la practican". 
Comentario

Podemos aprender de María la gran lección que nos repite Jesús: que sepamos escuchar la Palabra y la cumplamos. Es lo que alaba hoy en sus discípulos, lo que había dicho que era el distintivo de sus seguidores (Lc 8,21) y lo que valoró en María, en contraposición a Marta, demasiado ajetreada en la cocina.

El mismo Lucas presenta a la madre de Jesús como "feliz porque ha creído", según la alabanza de su prima Isabel, y la que "conservaba estas cosas en su corazón": la que escucha y asimila y cumple la Palabra de Dios.

La verdadera sabiduría -y por tanto, la verdadera bienaventuranza- la tendremos si, como María, la primera discípula de Jesús, sabemos escuchar a Dios con fe y obediencia. Ahora que la Iglesia, en la reforma postconciliar, ha redescubierto el valor de la Palabra de Dios, podremos decir que somos buenos seguidores de Jesús -y devotos de la Virgen- si mejoramos en nuestra actitud interna y externa de escucha y de cumplimiento de esa Palabra. Entonces es cuando se podrá decir que construimos nuestra casa sobre roca firme, y no sobre arena movediza.

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 6
Tiempo Ordinario. Semanas 22-34
Barcelona 1997. Págs. 161-164