sábado, 10 de noviembre de 2012

A quién le rendimos culto: ¿a Dios o al dinero?

¡Amor y paz!

Ya nos lo han dicho: “Está escrito: Al Señor tu Dios adorarás, sólo a Él darás culto” (Mt 4, 10). Jesús nos recuerda hoy, también, que no podemos servir a Dios y al dinero. El corazón acaba escogiendo: o amamos a Dios sobre todas las cosas o acabaremos amando a todas las cosas sobre Dios. El problema es que al dinero, que es un medio, lo volvemos un fin.

La pregunta del título se puede resolver fácilmente, no con opiniones sino con hechos...

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este sábado de la XXXI Semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Lucas 16,9-15.
Pero yo les digo: Gánense amigos con el dinero de la injusticia, para que el día en que este les falte, ellos los reciban en las moradas eternas. El que es fiel en lo poco, también es fiel en lo mucho, y el que es deshonesto en lo poco, también es deshonesto en lo mucho. Si ustedes no son fieles en el uso del dinero injusto, ¿quién les confiará el verdadero bien? Y si no son fieles con lo ajeno, ¿quién les confiará lo que les pertenece a ustedes? Ningún servidor puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se interesará por el primero y menospreciará al segundo. No se puede servir a Dios y al Dinero". Los fariseos, que eran amigos del dinero, escuchaban todo esto y se burlaban de Jesús. Él les dijo: "Ustedes aparentan rectitud ante los hombres, pero Dios conoce sus corazones. Porque lo que es estimable a los ojos de los hombres, resulta despreciable para Dios. 
Comentario

En la historia bíblica se puede ver un continuo enfrentamiento entre el Dios de la Vida y otros dioses. El pueblo, era muy dado a caer en la tentación de la idolatría. Esta consistía en tergiversar las verdaderas opciones, el plan de Dios y amoldarlo a los propios caprichos. Para esto, apelaban a dioses extranjeros que no les pusieran ninguna condición y que propiciaran prácticas violentas e injustas.

El dios de cada nación representaba para ellos el ideal, las aspiraciones, y en general el modelo de sociedad que querían formar. Artemisa, Aserá, Baal, Dagón, Pitón y Beelzebú eran los nombres de algunos de esos dioses ajenos que pervertían la conciencia popular de los israelitas. Cuando algún grupo, aldea o nación se sujetaba al servicio de estos dioses, se sometía a todo el régimen de ideas que su ideología imponía. La servidumbre entonces se convertía en un proyecto opuesto al ideado originalmente para el pueblo desde las tradiciones tribales y mosaicas. Vista de este modo la idolatría, se puede adivinar cómo los intereses de Yavé, Dios de la Vida, fácilmente entraban en conflicto con los intereses de los otros dioses y las naciones que los respaldaban.

Por esto, cuando Jesús enfrenta a los fariseos no los acusa de idolatría por tener una escultura romana en sus casas. Jesús los acusa de idolatría porque se han puesto al servicio del dinero, del dios "Manmón", y han abandonado el servicio del Dios verdadero. El dios del dinero sólo persigue incrementar su poder a cualquier precio, a costa lo que sea, que normalmente deriva en violencia, marginación o explotación de los demás. A quienes le rinden culto les ofrece la falsa creencia de tener todo asegurado en esta vida. Los convierte en opresores de sus hermanos y en astutas criaturas de las tinieblas. El Dios de la vida por el contrario, muestra cómo el camino para la realización del ser humano pasa por la libertad de conciencia, la solidaridad con los hermanos y la búsqueda del bien común.

Servicio Bíblico Latinoamericano