martes, 20 de julio de 2010

La Iglesia debe ser una comunidad de hermanos

¡Amor y paz!

“Porque todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre", dice Jesús hoy en el Evangelio.

La Iglesia y la sociedad requieren de personas y comunidades que se comprometan con la causa de Cristo y su Evangelio. Que trabajen por los más necesitados, no sólo de pan material sino de pan espiritual y de amor, de ese sentimiento hoy tan manoseado y desnaturalizado, pero que recobra su dimensión creadora y constructora cuando se vincula a Dios, fuente y nutriente del verdadero Amor.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este Martes de la XVI Semana del Tiempo Ordinario.

Oremos por Colombia que hoy, 20 de julio, celebra el Bicentenario de su Independencia.

Evangelio según San Mateo 12,46-50.

Todavía estaba hablando a la multitud, cuando su madre y sus hermanos, que estaban afuera, trataban de hablar con él. Alguien le dijo: "Tu madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren hablarte". Jesús le respondió: "¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?". Y señalando con la mano a sus discípulos, agregó: "Estos son mi madre y mis hermanos. Porque todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre".

Comentario


Jesús se encuentra en la sinagoga enseñando a la gente. De pronto, su familia viene a buscarlo. Ellos se quedan afuera y lo mandan llamar. Esperan que el abandone su actividad para que salga a atenderlos. Jesús da una respuesta absolutamente inesperada. Pone su comunidad de discípulos por encima de la parentela. En una sociedad en la que prevalecían los lazos de sangre esto era algo absolutamente alarmante.

La actitud de Jesús está en coherencia con lo que él mismo ha exigido a sus discípulos: total independencia ante la familia y absoluta disponibilidad para anunciar el evangelio.

Jesús ha tomado el arado y no mira para atrás. No espera que sus progenitores fallezcan para comenzar la misión. La urgencia de la evangelización lo lanza a organizar un grupo de personas que como él estén dispuestos a dejarlo todo para anunciar el Reinado de Dios.

La actitud libre y disponible de Jesús crea una nueva familia. Esta no se basa en los lazos de sangre ni en la necesidad de supervivencia. Su fundamento es el compromiso radical por realizar la voluntad de Dios entre los seres humanos. Aquellas personas capaces de supeditar otras actividades para priorizar el anuncio del Reino son los nuevos hermanos y hermanas de Jesús, la nueva familia de Dios.

Actualmente queremos que nuestras iglesias sean verdaderas familias. Sin embargo, la realidad nos muestra lo contrario. Muchas iglesias sólo son conglomerados de personas que se reúnen eventualmente para asistir a una función litúrgica. Jesús hoy nos llama a que convirtamos las masas anónimas en comunidades de hermanos.

Servicio Bíblico Latinoamericano
www.mercaba.org

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