martes, 10 de noviembre de 2009

UN NUEVO LLAMADO DE JESÚS A LA HUMILDAD

¡Amor y paz!

Retomamos hoy, martes de la 32a. semana del Tiempo Ordinario, la lectura del Evangelio según San Lucas.

Lo que le interesa subrayar a Jesús esta vez es la actitud de sus discípulos ante Dios, que no tiene que ser como la de los fariseos, que parecen exigir el premio, sino la humildad de los que, después de haber trabajado, no se dan importancia y son capaces de decir: "somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer".

¡Cuántos hoy son condecorados y homenajeados simplemente por haber hecho lo que tenían que hacer!

Los invito a leer y meditar el Evangelio y el comentario…

Dios los bendiga…

Evangelio según San Lucas 17,7-10.

Supongamos que uno de ustedes tiene un servidor para arar o cuidar el ganado. Cuando este regresa del campo, ¿acaso le dirá: 'Ven pronto y siéntate a la mesa'? ¿No le dirá más bien: 'Prepárame la cena y recógete la túnica para servirme hasta que yo haya comido y bebido, y tú comerás y beberás después'? ¿Deberá mostrarse agradecido con el servidor porque hizo lo que se le mandó? Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les mande, digan: 'Somos simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber'".

COMENTARIO

Dice un dicho popular: "Nadie es necesario, pero todos podemos ser útiles". Este refrán reúne, de alguna manera, la misma enseñanza del evangelio. Muchas personas consideran que su servicio o ministerio es indispensable para su comunidad. Que sin ellos su Iglesia no sería nada. Pero, pensando así se equivocan. El único indispensable es el Señor, mientras él no falte, se tiene todo.

La enseñanza que en este pasaje nos dirige Jesús nos ayuda a descubrir el verdadero sentido de los ministerios o servicios en la Iglesia. Los ministerios no son una escala jerárquica en que va ascendiendo en importancia y necesidad. Cuanto más alto, más importante y más necesario. Definitivamente no es esto lo que propone el evangelio. Éste nos propone que valoremos nuestro servicio en relación con la misión que el Señor nos ha encomendado y no por los méritos que nosotros le atribuimos.

No es nuestro el mérito de la misión que se nos encomienda en la Iglesia. El mérito pertenece sólo al Espíritu de Dios que actúa de forma eficaz y no a nuestra eficiencia empresarial. Cuando una obra sale adelante y comienza a producir frutos de solidaridad, justicia y amor, es el Señor el que allí actúa y no la diligencia de los servidores.

El ministro, el servidor, el apóstol y el discípulo deben reconocer que su lugar está entre los hermanos y no usurpando el lugar del Señor y del Maestro. Todos los que prestan algún servicio en la Iglesia deben estar conscientes que ese ministerio no ha sido instituido en orden al crecimiento personal, sino al crecimiento de la comunidad. Por eso, feliz la comunidad que pueda decir el día del juicio: «hemos sido servidores inútiles porque únicamente hemos hecho lo que nos correspondía».

Servicio Bíblico Latinoamericano
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